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Eros

Me acerqué a Alexandra y ella se asustó porque no me había notado llegar después de haber apartado la mirada de la mía. Perdiéndome de ese modo de vista.

Había decido acercarme por mero impulso y esta acción repentina dio lugar a que no supiera como empezar la conversación.

Le saludé y decidí hacerle una pregunta que intuí que aceptaría.

Supe que lo haría porque noté su incomodidad mientras buscaba al que supuse que era Erick.

Y como era obvio, no le había logrado encontrar y estaba sola.

- ¿Puedo tomarme algo contigo? - pregunté y ella simplemente se limitó a asentir con algo de timidez en la expresión de su rostro.

Nos apartamos un poco de la mayor aglomeración de gente, y tras el quinto trago perdí la cuenta.

En ese momento empezamos a conversar. Comenzamos a conocernos aunque fuese bajo los efectos del alcohol.

Aprovechando esto y el valor que había adquirido, le confesé que vivía en su vecindario. A nada más dos casas de la suya, a lo que ella me respondió que no tenía ni idea de cómo no me había visto antes. Admitiendo que, ni siquiera Erick se lo había mencionado en ninguna ocasión.

Rato después, ella me comentó que se sentía un poco mal y que tenía ganas de vomitar debido a lo que había bebido.

Esto me indicó que no era una persona acostumbrada al alcohol, debido a su poca tolerancia a este. Cosa que me afirmó ella misma poco después.

La quise llevar a uno de los baños situados en el piso superior de la casa de Liam, aquellos que no estaban abiertos para la gente de la fiesta.

Mi amigo me había dado unas llaves para que yo si pudiera ir a cualquiera de ellos, ya que por lo general, estarían mucho más limpios que los de abajo.

Privilegios de ser amigo del dueño supongo.

Agarré la mano de Alexandra para acompañarla y de ese modo poder ayudarle a la hora de subir las escaleras.

Su mano estaba congelada, lo noté al instante.

También era suave, y bastante pequeña a comparación con la mía.

Una vez llegamos al para nada pequeño cuarto de baño, Alexandra, quien aún sostenía mi mano, tuvo que soltarla antes de expulsar todo lo bebido en la última hora.

Como yo era un caballero, me limité a sujetar su cabello para que no se le manchara. Cosa por la cual ella se disculpó una vez hubo terminado.

Cabe mencionar que el baño en el que estábamos, era uno de los que estaba dentro de una habitación. En la cual nos quedamos después de aquel incidente.
Una vez recuperada, me contó más cosas de ella. Un poco más de su vida, que al igual que la mía, no había sido de color de rosa.

Estuve muy cómodo junto a ella para ser honesto.

Descubrimos cosas del otro y aunque no sabía cuántas recordaríamos al día siguiente, me estaba sintiendo bien mientras hablaba con Alexandra.

Pese a haber hablado de cosas tristes en algún momento, cuando estuvimos hablando de cosas felices tuve la oportunidad de escuchar su risa y juro que pensé que era uno de los mejores sonidos que había llegado a escuchar jamás.

Al escucharme, llegué a pensar que estaba demente pero eso era algo que había mencionado desde un principio, ella me atraía.

No podía mentir, las veces que le había visto en aquel balcón mientras leía teniendo un moño mal hecho y una camiseta o sudadera enorme me habían hecho sentir interés hacia ella. Hacia lo que leía y hacia sus pensamientos. Mucha intriga, inevitable para mi en todo momento.

El amor y sus consecuencias [Consecuencias I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora