Narrador omniscienteIndependientemente de que ambos corazones hubieran dejado de latir, sus miradas se encontraron de nuevo.
Los ojos azules de él no tardaron ni un segundo en conectarse con los ojos grisáceos de ella.
Porque su amor no se había roto. Su lazo no lo hizo.
Ni siquiera después de morir.
No tardaron ni un solo segundo en correr en busca de los brazos del otro.
Él estaba impactado, creyendo por un momento haber entrado en un estado grave de locura. Pero muy en el fondo de su ser, sabía que él también había muerto. Que aquello no era un sueño.
Ella, por otra parte, le había estado esperando, aunque no pensó que le tendría a su lado tan pronto. No cuando ella había deseado que él viviera.
Ambos se habían reencontrado después de la muerte.
Porque su amor no tuvo suficiente tiempo en vida.
Porque debía ser así.
Ellos tenían que estar juntos. Fuera del modo que fuese. Y sobre todo en cualquier lugar o realidad posible.
Él agarro con delicadeza el suave rostro de la mujer a la cual amaba. No podía creer que había conseguido volver a verla después de todo.
Acarició sus mejillas, apartando la lágrima que descendía por una de ellas. Como muchas otras veces había hecho.
Ella no pudo esperar más tiempo para pegar sus labios a los de él.
Había extrañado sus besos pese a que apenas había pasado tiempo desde el último.
Se separaron por falta de aire. Aunque trataron de alargar el momento lo máximo posible.
Ambos temían volver a quedarse sin tiempo.
Porque no podían estar sin el otro.
Nunca habían podido.
Ambos sonreían al otro. Ciertamente, ¿cómo no iban a hacerlo?
Habían conseguido estar juntos en una situación en la que nada les dolía. Ya nada iba a poder hacerles daño.
El mundo les había mostrado como podía dañarles en distintas ocasiones en un abrir y cerrar de ojos.
Era algo reflejado en ambos. Los daños les habían dejado cicatrices.
Pero nada había dolido tanto como cuando el corazón de ambos se había roto mutuamente.
Ella quiso dejarle ir.
Pero él se aferró a ella aún después de haberle roto el corazón.
Y la parte más egoísta, es que una parte de ella había querido eso.
Porque esa parte suya era incapaz de verle a él siendo feliz con alguien más. Eso la dolía, la quebrantaba poco a poco.
Pero ya nada de eso importaba.
De nuevo estaban juntos. Como siempre debió ser.
- Te he estado esperando - murmuró ella por fin.
- Lo sé, bonita. Yo te he estado buscando - respondió él ampliando su sonrisa, remarcando los hoyuelos de sus mejillas.Esos que tantas veces ella había acariciado.
- Siento que esto no es justo. No debías marcharte tan rápido, cariño. Yo quería que vivieras - dijo ella perdiendo su sonrisa.
- No podía vivir sin ti. Nunca podría. Aquí es donde debía estar, junto a ti - afirmó él consiguiendo que ella volviera a formar una media sonrisa, o al menos un intento.
ESTÁS LEYENDO
El amor y sus consecuencias [Consecuencias I]
RomanceY fue cuando lo dijo clavando su pupila azul en la mía. Sonriéndome de manera sincera y haciendo que me diese cuenta de cada uno de mis fuertes sentimientos hacia él. Consiguiendo que cada segundo le amase más. Entonces me di verdadera cuenta de q...