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Eros

Había pasado todo el día fuera de casa, en casa de uno de mis más cercanos amigos. Cuando por fin había llegado a casa, ya había caído la noche.

Lo primero que hice al llegar a casa fue enchufar mi cargador al teléfono. Llevaba sin batería desde hacía horas y no había podido cargarlo antes. Ni siquiera me había dado cuenta de la falta de batería en él.

Cuando por fin vi la pantalla iluminarse indicando que se había encendido, pude ver el mensaje enviado horas atrás por un número desconocido.

Alguien que me hablaba de parte de Erick, mi mejor amigo.

Después de que me confirmase su nombre, supe inmediatamente de quien se trataba.

Alexandra, Alexandra Black.

Respondí e intercambiamos un par de mensajes. Habíamos quedado al día siguiente.

No conocía apenas nada de aquella chica, datos sueltos gracias a las menciones de Erick.

La mañana siguiente transcurrió tranquila.

Al levantarme por la mañana con sensación de migrañas, decidí no asistir a clases.

Pasé la mañana caminando tratando de evadir aquel dolor de cabeza constante que muchas veces me acompañaba.

También estaba cansado, melancólico.

Sabía que en cuanto volviese a pisar la entrada de mi casa, no querría salir durante todo el día de ella.

Por eso mismo, al caer en cuenta de lo cerca que me encontraba del instituto donde Alexandra estudiaba decidí acercarme a casa para coger el portátil y llevárselo.

Los astros estuvieron de mi lado, miré el reloj de mi teléfono el cual indicaba que la hora del recreo empezaría pronto y entonces le escribí un corto mensaje, adelanté nuestro corto encuentro.

No mucho más tarde recibí su respuesta afirmativa.

Agradecí internamente aquello.

Tal vez este es un buen momento para hacer una breve pausa acerca del tema relacionado con aquella chica tan desconocida para mi.

Quizás a estas alturas alguien se este preguntando acerca de cuál es mi historia.

¿Quién se supone que soy yo?

Son unas buenas preguntas, las cuales se puede resumir de una forma muy breve. Y bueno, triste también.

La manera de comenzar a contar datos acerca de mí, podría ser narrando qué perdí a mis padres con apenas tres años de edad.

Un accidente aéreo, una pérdida irreparable.

Una forma en la que la vida de un niño cambiarse drásticamente de un momento a otro.

A raíz de aquel suceso, fue mi tío Daniel quien tuvo que hacerse cargo de mí.

Cómo era lógico, es extrañaba de sobremanera. Todo el mundo en una situación próxima a la mía, añoraba a las personas a las que había perdido.

Tal vez lo que más rabia e impotencia me daba de la situación, era la falta de recuerdos.

Apenas era un niño, ¿cómo pretendía recordar algo que apenas fue efímero?

Les perdí demasiado temprano.

Me faltó tiempo con ellos. Mucho tiempo.

Pese a ello, en mi mente si existían algunas lagunas sobre lo más parecido a recuerdos acerca de ciertas actividades realizadas aquellos últimos meses.

El amor y sus consecuencias [Consecuencias I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora