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Eros

No creo correcto mentir llegados a este punto, pues la verdad es que me agradaba la compañía de aquella chica de cabellos castaños.

La fui conociendo poco a poco. Y me sentía realmente cómodo con ella a mi lado.

Desde que supe que Alexandra iría a la fiesta, mis ganas de que esta llegase crecieron.

Aunque hablaba con ella cada día porque se había vuelto una costumbre.

Una bonita costumbre más bien.

Aquel día finalmente llegó.

Una vez Erick, Alexandra y yo llegamos, Derek, nos abrió la puerta. Y seguido a ello, abrazó a Alexandra.

Esto último me hizo sentir algo raro, haciéndome mirarles con cierta mueca en la expresión de mi rostro o al menos eso creo.

Ella y yo no eramos nada, por lo que ese tipo de cosas no debían molestarme. Ese sentimiento no pudo ser de celos.

Alexandra y yo únicamente éramos amigos.

Era una persona a la que le estaba cogiendo cariño de forma precipitada. Demasiada quizás.

Pero sabía que esto ocurriría. Lo sabía desde el primer momento en el que la había visto por primera vez.

Desde que sus iris azules conectaron con los míos también por primera vez.

Me daba miedo seguir conectando con ella, sentir más por Alexandra.

No sabía acerca del amor, y era por ello por lo que sentía algo de temor hacia él, Alexandra Black era una magnifica chica.

Pero no sabía como terminaría siendo ser enredado por su amor.

Por eso lo temía. Desconocía el desenlace.

Ese día quería aprovechar el tiempo con ella estando con mis cinco sentidos intactos.

La fiesta era en la piscina, pero como de momento no había mucha gente, decidimos esperar un poco más de ambiente para irnos bañando en ella.

La gente no tardó mucho más en llegar, lo que derivó a que fuéramos yendo a meternos al agua más pronto que tarde.

Alexandra había subido a la habitación de la cual Derek nos había dado la llave al llegar, para así dejar la ropa allí.

Cuando bajó las escaleras, solo puedo admitir que me quedé embobado mirándola.

Era la chica más guapa que había visto jamás.

Cada día me cercioraba más de ello.

Llevaba un bikini de dos piezas el cuál cubría lo necesario, algo sencillo, pero que en ella se vea bonito. Como cualquier cosa que se pusiera.

Me percaté en el pequeño piercing que adornaba su ombligo en el centro de su delgado abdomen, también vi algún pequeño tatuaje en su cuerpo. No muchos, nada exagerado.

Como ya he mencionado me quedé embobado mirándola, así que una vez ella hubo llegado abajo tuvo que deshacer mi trance chasqueando sus dedos frente a mi.

- Vaya, vaya, vaya creo que alguien necesita un babero - dijo disfrutando mientras sonreía ante la venganza de decir esas palabras, después de lo que yo le había dicho rato antes en mi casa tras pillarla mirándome.

Me reí tras ese comentario, y me limité a negar con la cabeza divertido.

Después de ello, subí a la misma habitación a hacer lo mismo que había hecho ella.

El amor y sus consecuencias [Consecuencias I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora