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Eros

Mi fin de semana estaba yendo fantástico y todo había mejorado con la estúpida idea de aquel disfraz.

En mi más humilde opinión, diré que yo era el chico al que mejor le quedaba aquel conjunto. Definitivamente. Era al que mejor le quedaba.

Aunque eso cambió al ver a Alexandra. Ella lógicamente me superaba con creces. Aunque no lo había dudado incluso antes de verla.

A Alexandra absolutamente nada le quedaba mal.

Rápidamente noté el labial rojo que adornaba sus labios, combinando con su disfraz, resaltando más el azul de sus ojos.

Estaba preciosa. Ella lo era.

La verdad es que mis amigos me ayudaron muchísimo. Y les agradecería aquello infinitamente.

Nunca fue fácil el tema de la muerte de mis padres, pero estas fechas eran las peores para mi.

No sabía que hubiese hecho en un universo paralelo en el que yo no tuviese a estos chicos a mi lado. ¿Qué haría yo sin ellos?

No lo sabía y tampoco quería descubrirlo.

Tampoco lo haría. Jamás. Eso lo tenia claro. Nunca dejaría que aquello ocurriera.

Aquel fin de semana me estaba ayudando a darme cuenta de algo que ya sabía, y pese a que no necesitaba confirmarlo ya que en ningún momento había sido capaz de dudarlo, sirvió para dejármelo cada día más claro.

Estaba rodeado de gente increíble, de buen corazón. Gente que verdaderamente se preocupaba por mi y por mi bienestar.

Gente que no le importaba estar conmigo al ver que era necesario.

Y es que algo que sabía era que si volvía a derrumbarme, ellos estarían allí para levantarme.

Porque en eso se basaba nuestra amistad. Éramos familia de distinta sangre y haríamos cualquier cosa por los otros.

Esto era algo que yo ya aplicaba a Alexandra, solo porque sabía que ella también se merecía todo.

Ella era una gran persona. Me gustó que fuera alguien reservada, porque sin dudarlo, os puedo asegurar que no cualquiera merece tener a alguien como ella en su vida.

Era demasiado valiosa como para cualquiera.

Al llegar al salón, pusimos música y todos, absolutamente todos, comenzamos a bailar.

Ella era la única que parecía saber lo que estaba haciendo, y lo hacía bien. No como los demás.

Todos nosotros nos quedamos mirándola. Era inevitable no hacerlo, con cualquier simple gesto era de cautivar las miradas de la gente de su alrededor.

Sentí que me había robado el aliento y cuando eso ocurrió, su mirada se cruzó con la mía.

¿Cómo podía derrumbar cada latir de mi corazón con tan solo echarme un vistazo?

¿Estaba demente o tan solo me confundía el amor tan llamativo que se había formado hacia ella?

Era tan extraño que no podía comprenderlo.

Parecía rasgar mi pecho con la intención de salir de él. Quería manifestarse. Quería dejar de verse contenido.

Y pronto lo haría, porque no quería esconderlo.

Quería y ansiaba liberar todo el amor que mi corazón pudiese ofrecerle y entregárselo.

Independientemente de lo que hiciese con él. Eso no me importaba, tan solo quería volver a respirar de cierto modo.

El amor y sus consecuencias [Consecuencias I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora