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Alexandra

Recuerdo que desde la primera noche que pasé en sus brazos deseé pasar el resto de ellas de aquel modo.

El insomnio llevaba apoderándose de mis horas de sueño desde hacía ya varios años. Pero cada noche que Eros estaba conmigo, ese insomnio parecía no existir.

Él era la calma dentro de mi tormenta interior, dejando una felicidad en mi que fluía como si se tratase de calmadas olas de mar en una noche tranquila.

Eros Anderson para mi era eso. Mi calma. Mi paz. O al menos el causante de ella.

Aquel día habíamos quedado con los demás para poder pasar tiempo juntos, además de para poder organizar una pequeña escapada aprovechando el verano.

Pese a que eran las doce del mediodía, Eros y yo no tuvimos intención de movernos de aquella pequeña cama. Aunque antes de que él estuviera en ella nunca me había parecido pequeña.

- ¿No crees que va siendo hora de que nos levantemos? - pregunté antes de apoyar mi cabeza sobre su pecho de nuevo.
- Mmm, yo así estoy muy cómodo la verdad - remoloneó abrazándome más a él.

Me mantuve en esa postura disfrutando del momento, del presente. Ya habría tiempo de pensar en el futuro.

Mientras yo me dedicaba a ese disfrute, mientras escuchaba el latido acompasado de su corazón, él inhaló el aroma que desprendía mi cabello.

- ¿Me acabas de oler descaradamente el pelo? - afirmé en modo de pregunta algo sorprendida por aquella acción.
- Es posible, aunque en mi defensa diré que tienes un olor demasiado característico, diferente y sobre todo agradable - soltó como si fuera lo más normal del mundo, con la voz mucho más ronca de lo habitual debido a estar aún medio dormido.
- Eres un degenerado mental - comencé antes de que sus labios me callaran desconcentrándome por completo.
- Me apetece quedarme así todo el día - confesó aún sobre mis labios.
- A mi también me apetece amor, pero no podemos. Hemos quedado con los chicos.

Un rato después, Eros puso de su parte y se levantó, aunque lo hizo gruñendo y maldiciendo. Se veía tierno haciéndolo. Él en general lo era.

Su pelo se encontraba hecho un auténtico desastre, además de esto, su torso se encontraba desnudo después de que en la noche anterior le hubiese pedido su camiseta para ponérmela yo. Me gustaba porque olía a él. Y aunque yo no le oliera el pelo de forma descarada, adoraba su olor. Era masculino, dulce, imposible de explicar con palabras.

Quité la camiseta que cubría mi cuerpo y se la entregué, tras esto, él me lo agradeció.

- Creo que mis padres se han ido a trabajar, eso significa que nos toca cocinar - dije frotándome las sienes para alejar el repentino dolor que provenía de ellas.
- No, nada de eso, ¿pizza o hamburguesa? - preguntó él acercándose a mí.
- Mmm, ambas. Sí. Ambas- respondí indecisa.
- Esta bien, es una buena elección. La mejor en realidad.

Después de esa breve conversación y un par de llamadas, bajamos al salón para ir al sofá a esperar a que nuestra comida llegase.

Para hacer tiempo pusimos una película al azar, digamos que la puse yo. Y Eros pareció apunto de maldecirme al ver Barbie y las 12 princesas bailarinas reproduciéndose. Un clásico. Una maravilla de película que estaba segura de que él terminaría amando pese a que jamás lo admitiría en voz alta.

- ¿Dónde crees que iremos de mini vacaciones? - pregunté una vez la comida había llegado.
- A la playa, no sé a cuál, pero a la playa. ¿Te gusta la idea? - preguntó esta vez él.
- Si, al menos antes me gustaba. Pero hace años que no la piso. La última vez que lo hice fue estando con Adrien - recordé ganándome una caricia en el muslo acompañada de una mirada que decía que no tenía por qué hablar de él. Una mirada de auténtica comprensión. - Esta bien. Estoy bien. Al fin y al cabo hablar de ello hace que consiga aceptar la realidad. Te amo Eros, y eso es algo que jamás seré capaz de dudar. Sé que tú eres el amor de mi vida. Aunque no hayas sido el primero, si serás el último. Y también sé que quizás en otra vida le hubieses conocido, y hubieseis sido buenos amigos.
- Seguramente hubiese sido así - admitió de forma sincera antes de proseguir. - ¿Puedo hacerte una pregunta?

El amor y sus consecuencias [Consecuencias I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora