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Erick

No podía creer todo lo que estaba pasando.

Al menos no después de haber recibido la llamada del tío de Eros.

Haber perdido a Alexandra había sido como si hubiese perdido a una hermana realmente.

Porque para mí ella siempre lo había sido.

Fue mi hermana pequeña, mi confidente y mi mejor amiga durante casi toda mi vida.

Pero decidió irse y una vez la decisión estuvo tomada fue imposible haberlo evitado.

Quizás debí haberme despedido de ella cuando aún tuve tiempo.

Dejando esto a un lado, he de decir que la llamada de Daniel Anderson terminó de colmar el vaso.

Porque noté el llanto en su voz y supe lo que iba a decirme pero no estaba preparado para escucharlo.

Después de haberla perdido a ella lo que nunca imaginé fue perderle a él.

Había perdido a dos de las personas más importantes de mi vida porque ambos eran hermanos para mí.

Era distinto en ambos casos, pero el cariño y el sentimiento en general era el mismo.

Algo en mí quizás incluso sabía que me iba a culpar eternamente.

Porque ellos dos se habían conocido por mi culpa.

Y aunque me era imposible arrepentirme de haber juntado a dos personas que realmente necesitaban y anhelaban a la otra sin ni siquiera saberlo, algo en mí pensó que quizás si no se hubiesen conocido esto no hubiera llegado a pasar.

Porque no hubiese existido ese amor ni tampoco esas consecuencias.

Pero después de haber visto la felicidad que irradiaba durante esos meses de ambos rostros. No podía ser tan egoísta y pensar aquello.

Haber recibido la noticia de que mi mejor amigo había fallecido fue tan duro que me era imposible definirlo con simples palabras.

Acababa de perder bastante más de lo que pudiera admitir en voz alta.

Y estaba destrozado pese a saber que debía mantenerme en pie.

No sabría cuánto tiempo tardaría en superar aquello.

Ni siquiera sabía si realmente algún día lo haría.

Pero tendría que aprender a vivir sin las personas en las cuales más confiaba. Sabía que les añoraría el resto de mi vida.

Llevaba mucho tiempo siendo consciente del dolor que atravesaba el delicado corazón de mi mejor amiga. Traté de ayudarla siempre que pude. Di todo lo que estaba en mis manos para hacerlo. Me esforcé. Pero no fue suficiente. Ni siquiera Eros, quien parecía ser su salvación, consiguió hacerlo.

Nadie consiguió detenerla.

Siendo sincero, he de admitir que entendía su situación y que tomase esa trágica decisión para todos. Pero esto no significaba que no la echaría de menos o que no pensara que quizás hubiese podido seguir adelante con más ayuda.

Pero ya no había vuelta atrás.

Y supongo que en caso de Eros tampoco, aunque él no fuera el responsable de acabar consigo mismo de cierto modo. Al menos no deliberadamente.

Algo que había hecho con Alexandra y que sabía que me tocaría hacer con Eros, era ver su cuerpo antes del funeral, despedirme de algún modo.

Siempre había sido creyente dado al catolicismo de mis padres, aunque desconocía realmente si existía ese llamado más allá asociado con el cielo en caso de ser una buena persona.

El amor y sus consecuencias [Consecuencias I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora