AlexandraEl viaje de vuelta resultó igual de efímero que el anterior, aunque fue debido a que estuve dormida durante aquellas dos horas de trayecto.
Volví a despertar tras notar que Eros volvía a zarandearme, tal y como había hecho hacía apenas una semana.
Ciertamente aquella semana no pudo haber ido mejor.
Mi vida había experimentado impactantes cambios en los últimos meses. Cambios a mejor.
Me sentía completamente distinta a la Alexandra de antes. Algo en mi había cambiado.
Me había hecho más fuerte.
Estaba empezando a comprender otra vez lo que era la felicidad aunque era consciente de que siempre habría baches en mi camino. Baches por los cuales tenía que tener cuidado de no tropezar.
Porque no podía recaer en aquel pozo sin fondo el cual me ahogaba.
Como acabo de mencionar, estaba descubriendo otra vez la felicidad y en parte todo fue gracias a él.
Además, haber comenzado a salir y a juntarme con aquel pequeño grupo me había ayudado mucho más de lo que podía admitir. Me hacían sentirme bien, en casa.
Para mí ellos fueron algo así como un hogar.
Aquella semana me hizo reasegurar aquello, fue un corto viaje, pero disfruté más de lo esperado en él.
Apenas unos días más tarde tenía otro viaje. Uno completamente opuesto. Iría a Paris junto a él, aunque solo fuera durante dos días. No pude ser más feliz con aquella noticia. Con aquella sorpresa. Aquel detalle.
Después de todas las pequeñas y grandes cosas que Eros constantemente hizo por mi, siempre pensé no merecerle. No merecer su amor. Al menos no por completo.
Durante aquella semana debía pensar sobre lo que prepararía para su decimoctavo cumpleaños, quería tenerlo todo listo con suficiente antelación. Odiaba dejar todo para último momento, era algo que conseguía agobiarme.
Algo en mi no dejaba de ser consciente de otra de las fechas que se acercaban.
Dos años iban a cumplir. Dos años de aquel accidente el cual marcó mi vida. El cual me hizo vivir bajo un infierno. Doloroso. Catastrófico.
El cual me rompió en cientos de pedazos que como consecuencia ya no eran los mismos. Jamás lo serían.
Os prometo que trataba de evitar pensar en ello, sabía que si lo hacia de forma constante terminaría cayendo a las mismas emociones de las cuales me había sido tan difícil salir.
Había tardado demasiado en sanar, aún estaba en el proceso de hacerlo del todo. No podía permitirme recaer, no sería justo, ni para mi, ni para el chico el cual me amaba por encima de todo.
No quería dañarle, al menos no a él.
Dejando el tema aparte, he de decir que aquel esperado fin de semana llegó más rápido de lo imaginado. El tiempo pese a parecer detenerse estando a su lado, también parecía correr a contrarreloj. Anteponiendo dos cosas opuestas. Ilógicas, pero que ocurrían realmente.
Jamás había salido del país, ni siquiera había subido en avión. Iba a ser mi primera vez en ese sentido.
- ¿Nerviosa? - preguntó Eros acariciando la palma de mi mano justo antes de despegar.
- Un poco si te soy sincera - confesé entrelazando yo nuestras manos.No sabía como se sentía él ante montar en aquel tipo de transporte, temía preguntarle. Por ello, decidí distraerle manteniendo una conversación durante casi todo el trayecto. Exceptuando el momento en el que él cerró sus brillantes ojos y cayó en los brazos de Morfeo.
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El amor y sus consecuencias [Consecuencias I]
RomanceY fue cuando lo dijo clavando su pupila azul en la mía. Sonriéndome de manera sincera y haciendo que me diese cuenta de cada uno de mis fuertes sentimientos hacia él. Consiguiendo que cada segundo le amase más. Entonces me di verdadera cuenta de q...