Capítulo 1: Fucsia.

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Luz.

No sueles notar el cambio, hasta que te topas con un recuerdo.

Tal vez ya no sea la misma, pero sigo siendo la mejor.

Hace 4 años, cuando fui secuestrada por los vampiros, hubieses dicho que me convertiría en esto y no iba a creerte «¿Es en serio? ¿Estudiante de psicología de día y asesina de noche?»

No mato sin querer, no lo hago por otros y mucho menos sin tener razones.

Mis labios forman una pequeña sonrisa de satisfacción y empiezo a correr guiándome por la fuerte música.

Hace dos años que me mudé a Suiza, vivo en un cabaña cerca del muro, dentro del espeso bosque nadie me molesta, voy a una universidad fuera de Rougemont y regreso temprano, como para armar una emboscada a algunos lugares en el territorio de los vampiros.

Hoy celebran un festival de sangre, donde participa la familia real, por lo general hay mucha gente, música y alguno que otro animal como sacrificio.

Uso una peluca fucsia y llevo dos dagas metidas en el traje de cuero negro.

La gente se amontona en las esquinas y ubico a Andrés y su esposa en un carroza carnavalesca. «¿Dónde está su hija?» En los dos años que llevo viniendo, no he podido verla... Aunque no la culpo.

Conozco de memoría este territorio, ya que paso más tiempo en él del que debería.

Me acerco a un gran grupo y apuñalo a un chico, el grito de una mujer alarma a los otros, después de sacar mi daga del octavo cuerpo... Para ser vampiros, son muy lentos.

¡Me encanta cazarlos cuando están juntos! Son sencillos de atrapar.

La mayoría se me viene encima, los esquivo, y los que no corren la suerte de morir por mis dagas.

Los odio a todos, por eso los mato sin compasión y sin importar quienes sean.

Un escuadrón me rodea, los observo ideando una forma de escape. Se abren espacio y la chica de mi edad y piel blanca camina en mi dirección.

—Por fin me recibes, después de dos años viniendo a visitarte —comento sonriente.

—¡Te odio! —grita haciéndome vibrar los tímpanos con enojo —¿Crees que olvidé esto?

Suelto una risita cuando se señala la cara.

—Supéralo —Le resto importancia, juego con la daga en mi mano. La uso como distracción y vuelvo a sonreír cuando algunos guardias la miran embobados.

—Soy la futura reina de estás tierras, y pronto también reinaré en las tuyas, porque...

Rompo a reír interrumpiendo lo que dice y camino en círculos haciendo que sientan que no me preocupa la situación.

—Sigue soñando, que es gratis y del otro lado del muro no queremos novatas.

Remarco la última palabra, ella se lanza sobre mí llena de rabia. Sus colmillos salen de su boca y las manos le cambian a garras.

—¡Muerte! —gritan todos.

Corro con rapidez y la esquivo, entro con los soldados jugándome la suerte y ella mísma asesina a casi la mayoría.

Es rápida, así que logra rasguñarme la pierna y romper un poco el traje. La adrenalina no me deja detenerme, por eso salto sobre el balcón de una casa, y me trepo las cortinas subiendo al techo.

Corro y sé que ella me sigue; bajo aterrizando de un salto en la siguiente calle que está vacía.

Lanzo la daga en el aire y atino a dos farolas de un solo tiro.

Entre las garras del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora