Capítulo 13: Boda real.

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Luz.

No sabía que existían tantos tipos de fucsia, tampoco que necesitaba tres cucharas diferentes para comerme una maldita sopa... Y estoy harta; harta de revisar invitaciones, telas, cortinas, platos y velas. ¿Por qué necesito un libro de firmas para casarme?

—¿Dónde está la Luna? Necesitamos que elija los centros de mesa —escucho voces en el pasillo.

Y es increible como termino escondida dentro de mi propia casa, ya que estoy metida en el baño de visitas, que fue el más cercano al salón, hace tres minutos que estoy aquí y ya me están buscando; estoy cansada por hoy, tengo hambre y me duele la cabeza.

Tengo sueño y un libro pendiente. Soy buena escabulléndome y por eso salgo y sigo por el largo pasillo hasta llegar a las escaleras, para mi mala suerte está llena de gente; pero tomo una pila de revistas que me cubren la mayor parte del rostro.

Subo sin prisas para no levantar sospechas, no hago contacto visual y tampoco me detengo hasta perderme de la vista del bullicio que arrolla la planta baja de mi casa.

Entro a la gran biblioteca y aseguro la puerta, para que a nadie se le ocurra entrar. Busco mi libro y me acuesto en el sofá frente al gran ventanal.

«Esto es vida».

Casi una hora aquí adentro y he de suponer que ya dejaron de buscarme, pero mi teléfono vibra entre mis piernas y como siempre, el nombre de Aidan es el que ilumina la pantalla.

—Llamó al banco, aun no queremos prestarle dinero, pase buen día— pongo voz de operadora al contestar.

—No estoy para bromas, mejor dime dónde estás y por qué Arthur no para de llamarme.

—Cuando vuelva a hacerlo, dile que me deje en paz y que regrese la próxima semana.

—Luz, no empieces —escucho como resopla —Tienes que salir ahora, de donde sea que estés.

—No podemos concederle el préstamo, cualquier queja consulte con recursos humanos...

—Luz...

—Gracias por llamar —suelto una risita antes de colgar.

Vuelvo a mi libro y no logro acomodarme cuando el teléfono vuelve a iluminarse.

—¡Que el banco no quiere, dije!

—Guao, chica, con calma —es Andrea.

Rompo a reír por la situación... «Estoy loca».

—Lo siento, pensé que eras alguien más.

—Bueno, gracias al cielo no soy el alfa —comenta divertida haciéndome rodar los ojos aunque ella no pueda verme.

—Espero que me estés llamando para invitarme a beber o lo que sea, mientras me saques de aquí un rato.

—Ojalá, pero no. Necesito un favor.

—Claro tú dime —me siento derecha, al mismo tiempo que cierro el libro y camino hasta ponerlo en su lugar.

—Mañana es mi aniversario de bodas y tu tío me invitó a pasar el fin de semana en Roma, solo nosotros. Pero, Deylin tiene pruebas en la academia este sábado y...

—Quieres que cuide a Dominic el fin de semana —termino por ella.

—This!

—Claro, no hay problema —acepto sin dudar.

—¡Ay! Te amo, lo llevaré esta noche. No tiene problemas para dormir, ni para comer, solo es algo travieso, pero se entretiene muy bien con la televisión.

Entre las garras del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora