Capítulo 15: Tía Favorita.

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Luz.

¿Cómo es que podía tener esto tan hermoso aquí arriba? ¿Por qué nadie podía entrar? ¿Cómo podía guardarse esto solo para él?

—Mira tía, es una passiflora —señala flores que lo único que podría decir sobre ellas es que tienen morado —¡Son gardenias!

Sale corriendo para mirar otras, para mi sorpresa solo me habla de ellas, pero no las toca.

—¿Cómo sabes tanto de flores? —pregunto con intriga.

—La tía Deylin suele cuidarme los sábados en la mañana, papá trabaja y mamá tiene clases de yoga. Siempre vamos a sus conferencias y habla sobre sus posiciones.

—Pociones —corrijo y este asiente dándome la razón —¿Te gustan las gardenias?

—Sí, son mis favoritas.

Su inocencia se refleja en los ojos y como siempre, no pierdo el tiempo en imaginar cómo sería tener uno de estos para mí.

—¿Quiéres un invernadero?

—¿Qué?

—Dijiste cómo sería tener uno de estos para mí.

Suelto una risita avergonzada.

—Sí, cariño, quiero un invernadero para mí —miento.

—Tal vez a el alfa no le importe compartir contigo.

Vemos todas las flores y jugamos con las mariposas durante casi 1 hora, incluso le tomo fotos al bebé cuando un gran grupo se posa sobre su brazo.

Entre juegos el día pasa más rápido de lo esperado, durante la cena recibo una llamada de Aidan, que me avisa que tendrá que viajar y volverá al día siguiente.

Antes de que el reloj marque las diez estoy acostada con Dominic en su cama y a pesar de que hay caricaturas en la televisión se me hace imposible tener la cabeza tranquila.

«Terminaré con todo lo que tiene»

¿Cómo podría hacer yo sola eso? Alguna forma habrá, porque la bruja lo dijo. Esta manada es todo lo que Aidan tiene, él es todo lo que yo tengo.

La única forma de evitar que todo esto pase es acabando de una vez por todas con los vampiros.

Me levanto con cuidado para no despertar al niño y me meto a mi habitación cambiándome de ropa tan rápido como puedo. Hablo con Ilena para que cuide al pequeño y prometo volver antes del almuerzo del día siguiente.

Abordo uno de los vehículos de Aidan y emprendo el camino a la academía, no me importa la hora, porque sé que puedo llegar a los laboratorios privados por el área de emergencias; pero no podré hacer esto sola, por eso intento contactarme con Deylin todo el camino.

Ella me responde a la tercera llamada y promete verme en el estacionamiento en veinte minutos.

Llego rápido y solo hay pocos autos que podría jurar que es de los chicos que viven en las instalaciones.

La academia es enorme, hay tres áreas las cuales cuentan con más de 200 km2; la cafeteria, parecida a un supermercado; el comedor, con vista al campo abierto de Licantropía física; el invernadero de Mixología Botánica, con casi seiscientas especies protegidas; laboratorios con los mejores equipos; la biblioteca privada de Estrategía, solo para estudiantes; bóvedas con el armamento más moderno en toda Suiza; Un hospital, el cual Deylin maneja el área de emergencias; Sin olvidar las instalaciones de los estudiantes, parecidas a un hotel cinco estrellas.

—Espero que tengas una buena razón para sacarme de mi casa a esta hora —La morena golpea mi cristal y bajo del auto detallandola.

—¿No que eras doctora? ¿Qué haces en pijama? —cuestiono.

—De aquí para mi cama, cariño ¿Qué necesitas?

—Sube al auto —ordeno y luego de estar ambas dentro vuelvo a hablar — Necesito que hagas tu poción.

—Mi poción —repite mirándome como si fuera una pared —¿Cuál poción? ¿Sabes todas las pociones que tengo?

Me sonríe con obviedad.

—Deylin, la poción que el alfa prohibió que hicieras, la necesito hoy y en poco tiempo.

De la nada actúa como si me hubiese salido otra cabeza e intenta salir del auto, pero colocó el seguro a tiempo.

—No —se niega sin mirarme.

—Por favor —ruego —Es que han estado pasando cosas y alguien nos dió una profecía, Aidan no va a estar en algún momento y acabaré con todo Deylin. Este lugar te hizo crecer y convertirte en alguien importante, cuando solo eras una pequeña que pensaba en chicos y definirte los rizos; Es tu hogar ahora, todo lo que conoces...

—Si te controlas...

—No. No podré, ya la bruja lo dijo y no se podrá evitar, por eso necesito que me ayudes.

Duda y me observa con detenimiento, cuando pienso que va a negarse se me tira encima y me abraza con muchas fuerzas.

—Promete que después de esto, no cambiaras, que no volverás a irte.

—No pasará... —intento tranquilizarla.

—Promételo.

—Lo prometó

(...)

Casi tres horas después somos las únicas en el laboratorio y me mantengo en silencio para no desconcentrarla, mientras ella envuelve pequeñas bolitas de un líquido azul.

—Listo, tienes diez dosis, cada una con la suficiencia de quitarle la capacidad de ser un vampiro o un lobo a cualquiera, una sola de estas podría dejar sin nada a todo un escuadrón, úsalas de forma inteligente y no dejes caer ninguna cerca de ti, use un ingrediente especial para hacer que exploten en cada impacto.

—Tranquila, no me quitará nada esa poción —meto todo en mi mochila con rapidez lista para irme.

—Espera, Luz —me toma de la mano y veo la lástima en sus ojos —No tienes que hacer esto, por favor. Olvida tu venganza.

—Somos amigas y no me entiendes —murmuro —No quiero matarlos por venganza.

—No quieres matar a los vampiros para evitar que acabes con el pueblo, porque en caso de que así fuera tú eres quien debería morir; pero lo harás para evitar que lo maten a él, porque si te importa y piensas que es lo único que tienes.

—Es lo único que tengo.

—¡No es así! Me tienes a mí, a tus padres y a tu tío, siempre hemos estado aquí preocupados por tí.

—No es así, estuve secuestrada y es increíble que de todos ustedes la única con el valor de hablar con los vampiros fue Audrey, desaparecí por dos años y ninguno fue a buscarme.

—No viniste a nosotros en busca de ayuda, porque sabes que yo...

—No quería tu lástima —me seco las lágrimas que salieron sin permiso —tampoco la quiero ahora.

Me voy sin dejarla hablar y debido a la hora no encuentro a nadie en los pasillos.

Estando en el auto una pizca de remordimiento me nubla y considero la idea de ir con mi amiga y disculparme.

«Aidan es más importante»

Llamo a la segunda persona que necesitaba, y responde al primer pitido.

—¿Lo hiciste? —cuestiono.

—Falta poco.

—Bien, voy para allá.

—Bien, voy para allá

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Entre las garras del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora