Capítulo 19: Ventisca.

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Aidan.

No me he levantado de la cama hoy, sin embargo me siento muy cansado, tengo más hambre, pero hambre de helados y postres; quiero sexo también.

Indistintamente de lo que quiera yo, ahora me encuentro bajando las escaleras a la sala, con la gente que se mueve por mi salón es más que evidente porque mi Luna me llamó desesperada desde afuera.

—Aidan, no sabía que estaba aquí —se pone de pie y hace una reverencia simple antes de acercarse.

—Buenos días, Arthur —respondo y paseo la vista identificando la cabellera castaña afuera.

—He venido para seguir planeando la boda, has dicho que querías que fuera lo más rápido posible, pero no podré hacerlo si no estoy aquí. Dijiste que tu Luna se encargaría...

—Buenos días, caballeros —entra por la puerta de cristal, erguida y con la barbilla en alto, sostiene su bolso con su brazo izquierdo y el jodido movimiento de sus caderas es algo que me desconcentra. Usa zapatillas bajas, pero eso no le quita el estilo al caminar.

—Señorita, justo la esperaba —murmura él, con lo que me parece ser algo de cansancio.

—¿Ah, sí? Yo no te llamé —Se detiene a mi lado y cruza la mirada conmigo... Esos ojos me miran diferentes. «Asesina angurrienta».

En el fondo no me explico cómo es que amo tanto a esta mujer.

—Debe elegir las cosas de su boda, su alfa quiere la boda lo antes posible y mi tiempo...

—¿Tu tiempo? —Se quita la gafas para mirarlo directo a los ojos —Disculpa, pero aquí te pago por tu tiempo, tampoco sé qué es lo que quieres que elija si cada vez que elijo algo decides que no es lo conveniente, porque no se hacían así las cosas. Voy a dejar claro algo y espero que sea la última vez, es mi boda la que estás planeando y las cosas deben funcionar como yo quiera que funcionen, el alfa y yo queremos una velada perfecta, no una lo antes posible. Ahora recoge tus cosas y regresa después de año nuevo.

Todo el mundo guarda silencio y él me mira buscando mi apoyo.

—Ya oíste a tu Luna.

Su rostro se pone rojo de vergüenza, pero hace una última reverencia para ambos.

—Felices fiestas —es lo último que dice antes de subir las escaleras y yo no espero para ir tras ella.

«¡Ja! Un alfa real nacido en la primera luna de invierno, el más fuerte en siglos y parezco un perro faldero detrás del culo que me pone a babear».

Entra a la habitación y salta sobre mí para que la atrape mientras nos besamos.

—Me enciende verte en modo alfa mandón —me gruñe sonriente.

—No sé para qué me llamaste si lo tenías resuelto.

—No, si no hubieras estado ahí él habría rebatido mis órdenes.

—Bien, ya que te has ido y me has dejado dormir solo y, luego, me haz levantado para ir a verte como una gata presuntuosa, dejame comerme esas tetas que me gustan.

Me mira deseosa y solita se baja la parte de arriba de su jumpsuit mostrando los pezones erectos que parecen ser más gordos.

La dejo caer en la cama y muerdo las perlas que la ponen a jadear, ella sola me empuja para terminar de quitarse todo e imito su acción antes de volverme a ir sobre ella.

Empuja sus caderas hacia adelante intentando que ensarte mi pene en ella, pero en vez de eso me pongo de rodillas y tiro de sus piernas hasta el borde de la cama.

Entre las garras del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora