Capítulo 33: Completos 1

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Luz.

Con el tiempo había aprendido a elegir a quien me elegía a mí; a hacer más feliz a quién me hacía feliz a mí. Esta Luz no era ni la sombra de la Luz que llegó al pueblo hace ocho años.

No era complaciente, no esperaba que alguien hiciera algo, nunca más. Era solo yo, solo yo, yo para mí, tenía que encargarme sola de darme lo que quería.

En aquel tiempo pensé que con 23 años estaría trabajando en un hospital de Madrid, viviendo en algún departamento y tal vez adoptaría un perrito, uno que criaríamos Jaden y yo.

Y ahora tengo 23, tengo una hija que amo más que a nada, soy reina de todo lo que consideré una fábula, he matado más gente de la que puedo contar con las manos y vivo en una constante tristeza que suele atacarme en los momentos más felices y me pregunto ¿Es normal que mientras río tenga ganas de llorar? ¿Debería buscar ayuda? No me interesa la respuesta a ninguna de esas preguntas, solo tengo una duda; mi duda eterna ¿Estará él bien? ¿Va a volver? Resolver la última es más importante.

—¡Mamá! Mira —Ayla entra saltando a la habitación y siento que mi felicidad fingida regresa; luce un vestido verde oscuro y la cadena que le di ayer, me sonríe mientras se arregla el cabello —¿Te gusta?

—Claro que sí, te ves increíble —Me pongo de rodillas abrazándola.

—¿Ya estás lista?

—Sí —Llevo unos pantalones cortos, una camisa azul de seda y unas zapatillas bajas. Mi cabello está recogido en una coleta y creo que no he vuelto a esforzarme por mi apariencia desde que mi bebé nació.

El timbre suena en toda la casa cuando estamos bajando las escaleras, Ilena se encamina por el pasillo hasta la puerta y no tardo en oír las voces de mi familia. Anastasia sale de la cocina y no paso desapercibido su vestido rojo que combina con su cabello, sus tacones son bastante altos y es evidente que bastante caros.

—¡Hola! —Deylin saluda sonriente, su esposo tiene su brazo cruzado al de ella, ambos sonríen y como siempre el traje de Joel es impecable y combina con el vestido de ella. Ambos usan negro y un azul muy oscuro «Que bonitos».

—¡Tío! —Ayla sale corriendo y apenas llega a los brazos de él, la carga elevándola en el aire.

—Mi niña bonita ¿Te has portado bien? Tu tío favorito te trajo regalos.

—¿Te gusta mi vestido? —ella le sonríe y se arregla el cabello «Ha hecho eso dos veces hoy».

—Está precioso. Ahora déjame ver esos ojazos.

Ella le abre los ojos tanto como puede, él imita la acción y ambos terminan juntando las narices antes de empezar a reírse como tontos.

«Gracias, Joel. Por no dejar a mi niña sola en ninguna navidad».

—Mi amor —Deylin besa mi mejilla y me sonríe más de lo normal, siento que tiene algo diferente —Hola, Anastasia.

—Deylin, que bella te ves —La pelirroja le sonríe.

—Luna —Joel besa mi mejilla sin bajar a la niña y juntos pasamos a la mesa, mis padres aún no llegan y al ver el gran comedor con tan poca gente empiezo a extrañar a Andrea y mi tío.

Se mudaron a Londres meses después que Ayla nació, Andrea ama Rougemont, pero está consciente que no es el lugar más seguro para su hijo ahora mismo.

También pienso en él y lo mucho que siempre deseaba que estás cenas terminaran lo antes posible, para poder encerrarnos en nuestra habitación y ser uno solo.

A veces imagino sus labios sobre los míos, sus manos sobre mi cuerpo, sus tirones que me encendían o el calor de su aliento entre mis...

—Mamá ¿El abuelo vendrá?

Entre las garras del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora