Capítulo 39: Luna de miel 2.

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Aidan.

Si puedes unirte a algo, también puedes separarte de ello.

Yo había estado obligado a conectarme a esos 3 años bajo tierra, al hedor, el descuido, el abuso y hasta incluso puedo recordar la noche en que ya no hubo vuelta atrás.

Intento cubrirme con los harapos que quedan de mi ropa y miro a la loba de cabello rubio con enojo, ella me clava las uñas en el brazo llena de rabia y me la quito de un empujón. Desperté en esta cueva y sobre esta cama con la ropa hecha girones y el miembro afuera hace... No sé cuánto tiempo.

—Ya te hice mío mientras estabas inconsciente, lo volveré a hacer, te juro que es cuestión de tiempo, cariño —Me medio sonríe y ni siquiera tiene cara de maniaca, eso me hace odiarme a mí por igual, porque no vi lo fea que es por dentro.

No dejo de evocar a mi Luna con la espalda rota por esta maldita loca, por eso le pegué tanto como se me permitió en esta forma humana, cada vez que trata de acercarse le meto una que otra bofetada o tiro de su cabello con la poca fuerza que me queda, pero la idiota solo ríe y se aleja.

—Eres una psicópata masoquista ¿Acaso no ves que no te quiero? ¿Es difícil notar que ni siquiera se me pone duro estando contigo?

—Los hombres siempre se hacen los difíciles.

—Te odio —murmuro dándole la espalda.

—Yo te amo y quiero estar contigo, quiero darte un hijo —trata de abrazarme y la empujo haciendo que caiga al suelo pegándose en la cabeza.

El enojo la nubla y lo siguiente que pasa me marca la vida dándome deseos de morir.

Dos vampiros entran a la cueva y me sujetan con fuerza pegándome a la cama, lucho pero es imposible con la fuerza que ellos poseen, las cuerdas aprietan mis muñecas y un trapo sucio es lo que ponen en mi boca, ellos se van y ella se acerca, me mira cual lobo a su presa.

«Diosa, que esto pare».

—Cariño, hazme madre de todo tu linaje —Se sienta sobre mi y empieza a tocarse...

—Papá, no me estás escuchando —la dulce voz me trae de regreso y observo a Ayla que tiene varios bolsos en las manos.

—¿Qué necesitas, mi amor? —Le sonrío prestándole toda mi atención. Si puedo separarme de esa parte de mi vida solo quiero conectarme a esta.

—Mamá está en la ducha y dice que tú me ayudarás a elegir un bolso y vas a peinarme.

«¿Peinar yo?»

—El bolso violeta es bonito.

—¿En serio? A mí me gusta más el rosa —me mira como si fuera lo obvio.

—El rosa también me gusta.

—El rosa será entonces —sonríe dejando el otro caer al suelo —¿Y qué me harás en el pelo?

—Me gusta como se ve así —murmuro queriendo salir de la situación.

—¿Suelto? —pone cara de que lo que digo es una barbaridad y no puedo creer lo mucho que se parece a mi Luna físicamente, es como una pequeña copia —Papá, no me estás escuchando.

Vuelve a quejarse y ruedo los ojos yéndome a la cama.

—Que así está bien, mi amor.

Se acuesta a mi lado y juntos observamos la torre Eiffel que se ve a través del ventanal.

Entre las garras del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora