Capítulo 11: Arthur.

11.7K 813 51
                                    

Luz.

Estoy harta de dar vueltas en un mismo punto. No sé si estoy al final de la historia, o si apenas está iniciando, aunque quiero creer que simplemente continua.

Aidan y yo no tenemos algo sano, todo es tóxico, posesivo y sexual.

Pero, maldición lo amo, me hace sentir como nadie en el mundo. Es muy diferente la presencia de Aidan, a la de otras personas.

—¿Habías... ¿Habías estado con alguien más después de lo que pasó? —pregunta en un tono de duda, mantengo la mirada fija en el techo y suelto un suspiro antes de responder.

—Sí.

—¿Por qué hiciste algo así? —reclama indignado.

—Porque te casaste, estaba enojada y tu guardia era lindo.

—¿Es en serio?¡Te tiraste a uno de mis guardias! —Se sienta alterado.

—Baja la voz —pido rodando los ojos —Prometió no decirle a nadie.

—¿Quién fue?

—¡Oh! No, no voy a decirte eso.

—Solo quiero saber quién fue.

—Sí y después mandarlo a matar. Si te reconforta, no fue violación, yo quise.

—¡No quiero saber de ti con otro tipo! —masculla y suelto una risita al ver su cara de enojo —Solo quiero saber quién fue.

Me muerdo la lengua antes de murmurar algo

—Pertenece al escuadrón que te cuida la espalda —Eleva las cejas —Solo son cuatro, tú adivina.

No responde y se me sube encima adueñándose de mis labios.

Le respondo dejando que vuelva a llevarme al cielo.

Aidan.

En el despacho llamo a un viejo amigo para invitarlo a comer, quiero que todo se haga lo más rápido posible.

Termino por firmar algunas cosas con ayuda de mi secretaria en el teléfono. También, aviso a la servidumbre de mis visitas.

Un rato después, una sirvienta toca mi puerta.

—Señor, la comida está servida frente a la piscina y su invitado ha llegado ¿Quiere que avise a la Luna?

—Sí, tú dile que la espero en la mesa.

Salgo hasta la sala y el hombre con botas de tacón y bufanda en color violeta me hace sonreír.

—Mi fiel amigo —Saludo con un abrazo y él deja dos besos en mi mejilla.

—Oh, querido estás tan alto. ¡Dios! Lamento mucho lo de tus padres, tu madre era la mujer más elegante que conocí. Organizar su boda fue lo que lanzó mi negocio por los aires, siempre estaré agradecido por lo que hizo —comenta mientras lo llevo al jardín.

—Estuve mirando algunas fotos de la boda... Espero que sepas porqué te llamé —Voy directo al punto.

—Claro, corazón. Mi equipo está en el auto, tengo todo para empezar a trabajar desde hoy, pero ¿Dónde está la novia?

Ambos tomamos asiento en la mesa y Luz camina hacia nosotros con la mirada en el teléfono. Trae un vestido corto hasta la mitad de los muslos y me relamo los labios queriendo arrancarlo.

Por inercia me volteo y miro directo a la cara a dos de mis guardias, ambos tienen un porte serio.

—¿Hola? —Luz se sienta a mi lado y mi amigo la observa con fascinación.

Entre las garras del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora