Aidan.
El embarazo apenas comienza y ya he desarrollado la habilidad de ponerme nervioso y celoso al mismo tiempo.
Deylin la revisa y ni siquiera me interesa, solo estoy preocupado por la pantalla donde todo es negro y gris.
—Está todo bien —confirma.
—No hay nada, no puedes decir eso —Le gruño y se encoge en su sitio, Luz es quien toma mi mano.
—Tranquilo, lobito —me medio sonríe y la miro directo a los ojos —Quita esos ojos rojos.
No me aguanto y me agacho para besar su frente.
—El feto apenas tiene semanas, aún no podemos verlo bien —Deylin vuelve a hablar —Pero todo se ve correctamente, ahora vamos a mi consultorio de nuevo para revisar los exámenes que seguro ya están listos.
Ayudo a Luz a ponerse de pie y le quito el papel a la galena cuando intenta limpiarle el gel. «Ya estoy molesto».
La limpio yo hasta dejarla seca, la veo rodar los ojos y en el fondo sé que se burla de mí y mis celos, pero lo único que hago es proteger lo mío.
Pronto estamos en el consultorio de nuevo y minutos después llega la rizada, de nuevo.
—Muy bien —se sienta frente a nosotros y empieza a leer los sobres «Necesito hacer los procesos de este hospital más eficientes», siento que pasan años antes que vuelva a hablar —Luna, tiene una leve deficiencia de vitaminas pero, con la criatura irá aumentando con el paso de los meses, así que, debe alimentarse tan bien como sea posible desde ahora para poder soportar este bebé, porque consumirá más de sus energías cada vez más.
—¿No podría solo tomar algunas pastillas?
—Comida —declaro.
Deylin asiente dándome la razón antes de tomar el otro.
—Alfa, teniendo en cuenta sus exámenes, no tiene nada.
—Ya te explicamos qué ha estado sintiéndose mal.
«Espero que no sea lo que me temo, porque sino este embarazo va a ser largo y duro».
—Bueno, pienso que él podría padecer un síndrome que contraen los lobos durante el embarazo de su pareja —Le habla a Luz como si esta fuera mi madre —Pasa cuando los lobos están muy apegados a su lazo, que sin querer logran quedarse con los síntomas durante el embarazo, en el mundo humano existe uno parecido y se le conoce como síndrome de Couvade, aquí le llamamos paternidad intensa.
—¡No tengo paternidad intensa! —Me levanto furioso con lo que dice.
Ambas guardan silencio y Luz es quien suelta un suspiro que hace que me siente.
—De todas formas... Recetaré algunas píldoras para usted.
(...)
—¡Has estado insufrible! —grita mientras abrocha su cinturón y ruedo los ojos arrancando el auto.
—No empieces.
—No puedes gritarle a la gente si hace las cosas como no te gustan, solo tocó el bebé y, luego, habló de tu lazo con él.
—¡No quiero que lo toque! ¡Tampoco sabe nada sobre nosotros! ¡Es mi bebé!
Pierdo los estribos harto de lo que dice, piso el acelerador queriendo llegar a casa para comer un helado y siento que me arden las manos con el cuero del guía.
—¡Es nuestro bebé! ¡Y si vas a comportarte como un macho alfa posesivo alrededor de nosotros, lo mejor es que no...! —No dejo que termine cuando freno con fuerza mirándola con ojos rojos, los celos me ahorcan y creo que voy a romper algo si termina. La miro para que se retracte, pero solo eleva el mentón llena de orgullo —Lo mejor es que me vaya a otro lado.
—No empieces —repito esta vez con más dureza y solo se cruza de brazos fijando la vista en la ventana.
Nos llevo a casa determinando que lo mejor es estar fuera unos días, por lo menos hasta que terminen las fiestas.
Sale apenas me estaciono frente a la puerta y la mitad de mí me dice que vaya tras ella, pero la otra mitad me grita que hay un rico helado de café en el cuarto frío.
Y me voy por mi segunda opción mientras a la primera se le va el enojo, la cocina está vacía y me siento sobre la encimera con una cuchara en la mano derecha y el bote de helado en la otra.
Miro el techo pensando en un lugar lejos de todo y todos donde podamos estar... Peleando o follando, lo que sea estará bien.
«Ya lo tengo».
Sin darme cuenta estoy levantándome de la encimera «¿Cuándo se me ocurrió acostarme aquí?»
Voy hasta mi habitación sin dejar de meterme cucharadas a la boca, cuando entro Luz está frente al espejo practicando lo que parece ser una pose de yoga... «Que jodido culo tan redondo y voluminoso».
—¿Qué haces? —tomo asiento desde un buen lugar.
—Hacer yoga es bueno para el embarazo —murmura y trata de ponerse el brazo en la espalda baja, elevo las cejas observando...Casi llega —¡Ay!
Se rinde dejándose caer en el piso.
—Nos iremos a los Alpes después de comer, dile a las sirvientas que te ayuden con las maletas.
Se sienta de golpe sonriente.
—¿Los Alpes Suizos? —asiento en respuesta y segundos después arruga las cejas —¿Los Alpes Suizos en pleno diciembre? ¿Es eso seguro?
—Claro.
Me causa una pequeña molestía ver que solo me quedan un par de cucharadas, y empiezo a tomar un poco menos para alargar su duración.
—¿Y qué haremos en los Alpes?
La detallo intentando buscar una respuesta y digo lo primero que se me viene a la cabeza sin estar muy seguro.
—¿Follar?
Se levanta casi corriendo y se mete al armario, pasan pocos minutos cuando sale sonriente arrastrando dos maletas.
—¿Qué haces comiendo aún? Ayúdame a llenarlas.
Me gusta lo feliz que es conmigo, me gusta que no piense en nadie más, mi amor está siendo correspondido en la forma que siempre quise que lo fuera.
Me pongo de pie y por inercia detallo el abdomen plano que tiene... Quiero verlo lleno pronto.
Este capítulo es para no desesperarnos... Besos.
ESTÁS LEYENDO
Entre las garras del alfa©
WerewolfDespués de 2 años, Luz y Aidan vuelven a encontrarse. ¿Ella? Más madura ¿Él? Muy amargado. ¿Qué tan peligrosa puede ser una loba que ni siquiera ha logrado transformarse? Pues, parece que no lo suficiente para librarse de un alfa resentido. Ella des...