Capítulo 27: Algún lugar.

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Narrador omnisciente.

Siempre suponemos que cuando las personas mueren su alma sube al cielo o va a alguna otra vida donde suele empezar de nuevo; si están vivas sabemos que su alma sigue dentro de su cuerpo... La incógnita aquí es ¿Dónde quedan las almas cuando se está entre la vida y la muerte?

La galena que había aceptado la responsabilidad de hacer la operación de la Luna real, era una que había entrado en ese mundo siendo una simple humana y había demostrado que era capaz de hacer cosas increíbles, Deylin Mariet se había convertido en uno de ellos pero, una versión mejorada.

Desde su primer año se había creado una reputación de ser la mejor, había tomado riesgos a lo largo de su carrera y aún así, este lograba superarlos a todos.

El alfa se movía de un lado al otro frente al cristal que mostraba con detalle la cirugía, desde donde estaba no podía ver nada con el grupo de doctores que tapaban la vista pero, estaba tranquilo mientras veía la pequeña pantalla que registra cada latido del corazón de su Luna.

Luz había sido secuestrada por todo un clan de vampiros que se encargaron de joderla física y emocionalmente; había soportado dos años sin ayuda de nadie; había peleado contra escuadrones completos ella sola, todo eso porque era viva, inteligente y tenía la fuerza que necesitaba.

Después de esa paliza aún respiraba y eso ya era un milagro.

Aidan se dijo así mismo que si era capaz de superar esta operación, si después de ver la muerte a los ojos era capaz de darle la espalda... Entonces, la Diosa hizo una increíble elección.

Casi 10 horas habían pasado desde que estaba en el quirófano, Deylin sudaba y el cansancio le estaba pasando factura, los ojos le ardían y las manos le temblaban aunque, eso no evitó que pudiera terminar a medio día.

La castaña fue enviada a cuidados intensivos hasta que despertara.

—Efectivamente, todo fue un éxito. Ahora solo le queda lo más difícil y es tener paciencia, no despertará en un buen rato —la rizada le habla al alfa al mismo tiempo que se quita los guantes con la poca fuerza que aún tenía —Su habitación es la última, cuando despierte iré a revisarla.

Aidan.

No he comido ni bebido nada en más de 10 horas, aún tengo su sangre seca encima, llamé a casa para que las sirvientas me envien ropa con el chofer, pensé en llamar a sus padres pero, desde la cena de navidad no creo que sea lo mejor.

Con el enojo que tengo lo mejor es evitar altercados.

Entro a la habitación y siento que es una lanza lo que se me entierra en el pecho al verla ahí... Así.

«Lo siento mucho, mi amor».

Tomo asiento en la silla que está al lado de la camilla, me surgen las ganas de tocarla pero, se ve tan débil que me causa temor ser muy brusco.

(...)

De haber sabido lo que seguía, probablemente hubiera ido a casa el mismo día que todo pasó... tiempo después Luz aún no despierta.

Nunca he tomado el atrevimiento de hablarle, no quiero lanzar mi voz al aire, quiero que cuando le hable ella pueda responderme.

He empezado a pensar que no despertará en mucho tiempo y Deylin ha dicho que podría dar a luz de esa forma.

«Me niego a pensar que recibiremos a nuestra bebé con ella en ese estado vegetal».

Está más delgada, su piel más pálida y se le marcan los huesos de la cara.

Entre las garras del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora