Capítulo 7: No lo sabemos.

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Aidan.

Acepto que no soy perfecto, que me equivoqué millones de veces y la llevé al punto en que solo sintió odio... Ni siquiera sé porqué me perdonó, pero estoy agradecido de que así haya sido.

Observo su rostro sin querer soltarlo, los ojos color miel y labios finos hacen que el corazón se me desboque.

—¿Me amás tú a mí? —pregunto temiendo la respuesta.

La duda en sus ojos me crea una presión en el pecho y el que quiera evitar mi mirada es lo que termina por destruirme de forma silenciosa.

—¿Aidan? —La voz de Simone me saca del momento, viene con una bolsa en la mano izquierda y su cartera en la otra —¿Qué hacen?

Me alejo de Luz con pesadez, la rubia muestra enojo y confusión. Así es todo con ella, me monta un show de celos a cada nada.

—Nos vamos a divorciar mañana —aviso.

Tira con fuerza las cosas al piso y se acerca como si fuera a matarme, Luz detalla la escena sin cambiar de expresión.

—No puedes divorciarte de mí, necesitas una Luna.

—Yo tengo a mi Luna —Señalo a la castaña a mi lado.

—¿Vas a casarte con tu prima? —reniega con asco.

—¡Ay! No es mi prima —Ruedo los ojos cruzándome de brazos para evitar que se acerque más.

—Es ella... ¿Y la tienes aquí después de todo lo que hizo? ¡Mató a tus padres!

Me alegra que no tome represalias contra Luz, porque eso sí que no lo voy a permitir.

Grita a mi rostro un millón de cosas a las cuales no le presto atención.

Se acerca cada vez más.

—...¡Te quitaste la pulsera por esa zorra! —Lo último que dice me enciende la sangre.

—¡Sal de mi vista! —gruño.

—¡Nunca me amaste! ¡Solo piensas en ella! ¡No me mereces!

Su mano se alza lista para golpearme y espero el impacto sin intenciones de detenerla...

—Aléjate, ahora —Luz tiene su mano retenida en el aire, la mirada que le da a Simone es de las que atraviesa y sus ojos parecen cegados por la ira —Él no va a tocarte, pero yo puedo matarte.

—¿Vas a dejar que haga esto? ¿Estás tan ciego que no ves que ella es un peligro para todo tu reino?

Simone no deja de intentar hablarme, pero yo me centro en la chica que ahora parece defenderme con garras y dientes... ¿Y si dejo de ver lo que ya no es y me concentro en todo lo puede ser? No sé... Ni siquiera yo me entiendo.

—Haz tus maletas, ya programé una reunión.

Son mis últimas palabras, después arrastro a mi Luna fuera del lugar y la llevo a mi habitación, no habla y tiene la vista en un punto fijo.

—Me voy a cambiar, quiero estar lista para la cena —Me da la espalda y sale sin dejarme hablar.

No sé qué hacer para que deje de actuar así conmigo... En un momento está bien, siento que avanzamos y va a perdonarme. Pero, de repente vuelve a ser fría e indiferente.

Su actitud me pone de malhumor, sin importar que ya sea un hombre maduro, por primera vez en muchos años me siento sin ganas de nada... Solo quiero dormir hasta morir, no tengo hambre y mucho menos ganas de hablar con alguien.

Independientemente de lo que yo sienta, me obligo a prepararme y a bajar para revisar algunos detalles de la cena, el timbre suena y no me esfuerzo en forzar una sonrisa para recibir a mis visitas.

—Alfa —Deylin y Joel saludan y mueven la cabeza para demostrar respeto en una sencilla reverencia.

—Buenas noches, pasen por favor —Los trato con educación y mis cejas se arrugan al ver a la mona sobre el cuello de la chica.

«Malditos animales».

Ellos se detienen en mitad de la sala... Como si fuera una orden todos hacemos lo mismo.

Admirar a la hermosa mujer de pelo castaño y liso que baja las escaleras, no trae ropa elegante ni zapatos llamativos, tampoco maquillaje y mucho menos el cabello recogido. Sin importarme nada de aquello, mi mente se distrae y mis ojos la desnudan mentalmente.

Toda mi atención se desvía a la caja en su mano.

Camina a mi dirección y la extiende ignorando el hecho de que nuestros amigos nos miran.

—Gracias, pero no lo quiero —murmura sin demostrar ningún tipo de sentimiento y yo solo quiero gritar que me devuelva a la Luz cariñosa y sonriente que tenía antes.

Tragándome mi orgullo tomo la caja que contiene el vestido que envíe a su habitación, ya que supuse no tendría nada que ponerse y que lo rechace es algo que me parte lentamente.

—¡Hola! —se gira a la pareja, como si nada hubiera pasado —Dios, amiga este hombre está cada vez más alto —Abraza a Joel con alegría y saluda con dos besos a su amiga; empiezan a hablar de forma animada y mi mirada capta a Simone espiando desde la segunda planta.

La servidumbre avisa que la cena está servida en el jardín.

Voy adelante y ellos detrás de mí, una sonrisa triste me cruza los labios al ver lo lindo que es todo. Hay muchas velas y luces de colores entre naranja, rosado y morado.

Sin mencionar las flores y la lasaña en el centro de la mesa. En otro momento hubiera estado feliz, pero no ahora. Me es imposible vivir con su rechazo.

Soy el primero en tomar asiento, mis amigos están juntos a mi lado derecho y ella se va al lado de ellos dejando una gran distancia entre nosotros.

La pareja me sonríe con incomodidad, el hecho de que me evita es notable para todos aquí.

La comida es servida y empiezan a comer, no soy capaz de probar nada, porque estoy seguro que voy a vomitar si lo hago.

—¿Entonces aún no tienen bebés? —pregunta Luz llevándose el tenedor a la boca.

—No, no está en nuestros planes —responde Deylin.

Mis ojos se desvían al animal que se baja de su cuello para empezar a robar comida de la mesa, formo una mueca de asco por las peludas manos que se acercan a mi lugar.

—En mis planes si está... Siempre lo ha estado —cuenta Joel orgulloso, pero no le presto atención ya que arrastro el cuchillo de mesa, listo para apuñalar a la criatura.

—¿Qué dices?... ¡Además! Ya tenemos a nuestra bebé —Ella lo toma por la cola de forma cariñosa, justo antes de que logre cortarle un dedo.

Luz le hace cariñitos a la fea mona y me da una mirada de advertencia que me hace bajar el cuchillo.

—Oye, Deylin —Le hablo por primera vez en toda la noche —¿Podría existir la posibilidad de que el olor de tu mate cambie?

—Sí, claro. Solo que ya no sería tu mate.

—¿Y si sigue siendo mi mate? Solo que con un aroma diferente.

—A ver, ya no entendí ¿Qué es lo que quieres decir?

—Dice, que mi olor cambió, pero sigo siendo su mate —Luz intenta explicar.

—¿Cómo pasó eso? —indaga Joel.

—No lo sabemos —respondemos al unísono.

—No lo sabemos —respondemos al unísono

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¡Los amo!

Entre las garras del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora