Capítulo 14: Jardín de mariposas.

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Luz.

Tenía en cuenta más ideas de las necesarias, me llenaba de frustración no entender las palabras de una anciana «¿De quién hablaba?».

—¿Hablaba del futuro lejano o cercano?

—No lo sé —murmura con la vista fija en mí y no me toma tiempo adivinar lo que piensa.

—¿Crees qué...?

—¡Buenas noches! —Soy interrumpida por la voz de Andrea que sale de la casa sosteniendo la mano de su hijo y le doy una última mirada a Aidan en un voto de silencio antes de acercarme a ellos sonriendo, fingiendo que nada acaba de pasar.

—Mi bebé —Abrazo al pequeño llenándole la cara de besos y suelta carcajadas que siento como música para mis oídos —Andrea, llegas temprano.

Le propino un abrazo con el bebé en mis brazos.

—Tía, mamá dice que me quedaré contigo y mi tío Aidan ¿Comeremos chocolate otra vez? —me toca el cabello y la cara, las manos son muy suaves, pequeñas y cierro los ojos imaginando... —Es el alfa, mamá.

Me giro encontrándome la mirada de Aidan, sus ojos brillan con fuerza, me sonrojo porque sé que imagina tanto como yo y la vergüenza me hace dejar al niño en el suelo.

—El alfa es tu tío Aidan, cariño —confirma su madre y él nos mira a todos con confusión.

—¿La tía Luz y el alfa están saliendo? Porque dijiste que mi tío Aidan es el esposo de mi tía Luz —empieza a unir puntos y para tener cuatro años me agrada su forma de percibir las situaciones.

—Sí, cariño, ellos están saliendo ahora saluda bien.

Lo que sigue me deja pasmada, camina hasta Aidan y...

—Alfa —da un corto asentimiento de cabeza en una clara muestra de respeto.

—Bienvenido a mi casa, Dominic —Aidan devuelve el saludo.

Minutos más tardes todos estamos en la mesa comiendo, capto las miradas a Aidan por parte del niño, lo mira con ¿fascinación?

Casi no presto atención a las instrucciones de su madre, ya que lo de la bruja me tiene la mente en otro lado; después de terminar llevo al bebé a la habitación que está contigua a la mía, Andrea le explica cómo dormirá, qué hacer si necesita ayuda y demás cosas.

Preparo la tina mientras ella le quita la ropa y la ayudo a bañarlo, ya que me enseña cómo hacerlo sola, luego le ponemos el pijama y nos metemos a la cama los tres para acompañarlo.

Ella le toca la carita y él hace pucheros con los ojos cerrados; juro nunca haber visto una mirada tan llena de amor como la suya.

Fascinación, alegría, melancolía, todo junto; como si él fuera la mejor creación de toda su vida.

«Los lobos son furiosos, vengativos y despiadados, pero sienten más amor que cualquier humano».

Cuando su respiración se tranquiliza salimos de ahí, ella me da todas las indicaciones de su comida y me agradece antes de despedirse.

Entro a mi habitación y encuentro a Aidan boca arriba sosteniendo su erección, sé como se pone con el celo y me acerco sin dudar al mismo tiempo que recojo mi cabello.

Me pongo en medio de sus piernas y la engullo completa sin soltar un respiro, me ahoga un poco, pero consigo aguantar largos segundos, luego, inicio un juego de chupadas profundas como sé que le gusta, con mi mano libre toco sus pelotas de forma hábil y sin llegar a lastimarlo. Tensa las piernas y su capullo se endurece, no lo suelto hasta que se corre en mi boca.

Entre las garras del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora