Luz.
El hogar no es un lugar, es un sentimiento y podía sentirlo correr por mis venas.
Reviso que no se me queden las medicinas de primeros auxilios mientras termino de arrastrar las maletas hasta la puerta, el sol aún no sale y no he dormido casi nada. Aidan baja las escaleras con Ayla envuelta en un bonito abrigo, ella bosteza y deja caer su cabeza sobre el hombro de su padre acomodándose para volver a dormir.
—Fue un reto hacer que se levantará para cambiarla.
Me la pasa para que la cargue y nos quedamos cerca unos segundos antes de que se aleje para llevar las maletas a la Jeep. «Mi cuerpo lo extraña».
—¿Pusiste su silla?
Me confirma que sí y voy a acomodar mi bebé en los asientos de atrás, me aseguro de que se acurruque bien antes de alejarme a ayudar a Aidan, terminamos y me despido de Ilena antes de salir de la casa. Esta será una gran semana.
El camino al aeropuerto es largo, ya que debemos salir del pueblo para abordar el jet.
—Te he extrañado mucho, sabes que apenas estoy asimilando que volvimos a estar juntos.
—Nunca iba a dejar de buscarte —confieso.
—¿Ni aunque estuviera muerto?
—Entonces iría a arrancarte de los brazos de la muerte.
Me sonríe y dejo su mano sobre mi muslo.
—Nos casamos, aún no lo puedo creer. Parecía un puberto detrás de una niñita de 15 años cuando esto empezó, y ahora tenemos una hija.
—Aún sigues pareciendo un puberto —bromeo.
—Pero, tú ya no eres una niñita.
Pasamos todo el camino intentando callar nuestras risas para no despertar a Ayla, la brisa fría de la pista nos recibió; Aidan cargó a la bebé y yo di las instrucciones al personal para llevar las maletas.
Nos sentamos uno frente al otro en el avión y Ayla a un lado de nosotros totalmente dormida.
Una chica nos sirve champagne y empezamos a recordar los buenos momentos de nuestro inicio...
—Debo ir al baño —aviso poniéndome de pie.
Beber sentada me pasa factura y tengo que lavarme la cara en el lavamanos para poder reaccionar.
Salto del susto cuando Aidan aparece en el espejo detrás de mí
—¿Qué pasa?
—Me... —Se me corta el aliento cuando su mano se mete entre mis piernas —...Asustaste.
—Quiero intentarlo —susurra en mi oreja y me convierto es un charco con el tono de voz que usa.
—No, Ayla está afuera.
—Está dormida —restriega su erección en mis nalgas y suelto un suspiro profundo, sin darme cuenta me recuesto un poco hacia adelante para darle más espacio.
—Que sea rápido.
No termino de hablar cuando tira de mi mandíbula para besarme, me muerde con fuerza los labios y trato de girarme para poder corresponderle, pero me mantiene en la misma posición y evita que mueva las manos.
—Levanta ese vestido.
Lo que pide para mí es una orden y lo hago de forma inmediata, sus dedos mueven mi ropa interior a un lado y vuelvo a estar en la gloria después de tantos años.
El placer me llena provocándome ganas de gemir, pero me lo guardo mordiendo mi propia palma.
—Justo ahí —declaro media poseída.
ESTÁS LEYENDO
Entre las garras del alfa©
WerewolfDespués de 2 años, Luz y Aidan vuelven a encontrarse. ¿Ella? Más madura ¿Él? Muy amargado. ¿Qué tan peligrosa puede ser una loba que ni siquiera ha logrado transformarse? Pues, parece que no lo suficiente para librarse de un alfa resentido. Ella des...