Capítulo 12: Detonante.

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Anastasia.

Me he convertido en una persona a prueba de balas.

La muerte de mamá fue mi primer detonante, encontrar el cuerpo inerte de la única figura que conoces, no es nada fácil. No negaré que su crianza no fue la mejor, pero todo lo hizo para protegerme.

Papá murió antes de que yo naciera, mamá aún tenía 15 años, por lo tanto tampoco estaba marcada. Me crió sola, sin mencionar que al cumplir los 16 no fue aceptada en la academia, terminó con una bebé y limpiando la mierda de otros.

La vida la golpeó de tantas formas, volviendo su corazón frío, estaba en un hoyo rodeada de miedo y soledad... Seguro está en paz ahora.

Aunque eso significa que debo estar sola, sé que es lo mejor incluso para mí.

Mi segundo detonante lo sufrí el día que me uní a la academia.

Flashback.

Dejo las maletas sobre mi nueva cama con una sonrisa. Todo está limpio y nada es viejo... Lo más importante es que es para mí.

Como estudiante de la academia me dieron una habitación en sus instalaciones, tengo acceso a un baño privado y la cafetería está abierta las 24 horas del día, como el gimnasio. Estos son los lujos que tiene cualquier estudiante de la academia.

Estoy acostumbrada a no recibir nada, así que esto es mucho.

Acomodo la poca ropa que tengo en el gran armario y cuando voy a la mitad tocan la puerta.

—¡Ana! —Su voz me pone los vellos de punta, trago grueso frente al espejo y me arreglo el cabello. Aseguro que mi vestido esté bien puesto, debido a que es usado y me queda un poco grande.

Observo el lugar y escondo unas bragas que hay tiradas en el suelo, la verdad no son las mejores, pero ni modo.

—¿Profesor? Hola —murmuro nerviosa después de abrir la puerta. Christian Renold está de pie con su uniforme de batalla. «Dios me hace delirar este hombre».

—¿Profesor? Por favor Ana, deja eso para cuando estemos en clases. Ambos dirigimos un escuadrón, podemos tutearnos —Me abraza y se aleja de inmediato —Por cierto, lamento lo de tu madre... ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? ¿Te gusta la habitación?

—Me encanta y estoy bien. Por el momento no necesito nada, el alfa me dió dinero por los años de trabajo que hizo mi mamá —sonrío —¿Quiere pasar?

—No puedo, casi debo irme, solo vine a ver cómo ibas.

-Oh...

Vino a verme, eso quiere decir que le preocupa lo que hago. Creo que... ¡Cristo!

¡Le importo! ¡Christian Renold está enamorado de mí!

Llevo días pensando en declararme y justo este momento me parece excelente para nosotros. ¡Dios! Después de esto seremos pareja y seguro unos años después vamos a casarnos. Espero que mis hijos saquen sus ojos.

Las palabras no son necesarias para expresar nuestro amor, así que me acerco poniéndome de puntillas, mis labios rozan los suyos cuando...

—¿Qué estás haciendo?

Su rechazo y actitud sería me dejan confundida, no lo entiendo, pensé que también quería. Mi boca no es capaz de decir nada y entro en pánico.

—Yo... Pensé...

—Confundiste las cosas, yo no busco una relación romántica contigo —suelta un suspiro y lo último que dice termina por destruirme —Tengo a mi mate, lo siento.

Entre las garras del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora