Capítulo 41: Ayla Adler

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Luz.

"La venganza es un plato que se sirve frío", "La venganza es dulce" entonces, me atrevería a decir que es un helado de lo que estamos hablando, aunque yo diré que la venganza se me da muy bien.

Me he regodeado toda la mañana, ni siquiera me molesté en apurarme por salir, solo llamé y pedí que prepararan todo.

Aidan detrás de mí me ayuda con el cierre del vestido, es rojo y se ajusta la perfección a mi cintura, con el estilo de falda tubo hasta mis rodillas y las mangas la mitad de los brazos, estoy perfectamente peinada y es que quiero lucir bien por la ocasión.

—Te van a doler las mejillas —me giro para verlo a los ojos y sonriente lo beso en los labios.

—No dejaré de sonreir —arreglo su corbata y no sé si es el jodido traje, pero me calienta.

—Mamá —Ayla entra a la habitación en pijama y despeinada —Ya terminé de desayunar.

Su padre la carga llenándola de besos mientras yo termino de acomodar mi sombrero.

Los escucho susurrarse cosas y no creo que exista un mejor padre que este.

(...)

La academia nos recibe y me enorgullezco con todas las remodelaciones que se han hecho, hay cada vez más estudiantes y todo es gracias a Anastasia, que les enseña cosas básicas, así les resultan más fáciles las pruebas.

—Has hecho cosas grandiosas —Aidan detalla todo con emoción y me alegra que le guste, porque intenté cuanto pude mantener su mundo lleno de paz y justicia, hice donaciones a los niños con padres fallecidos por la guerra.

Como también abrí una universidad solo para lobos, ahí estudian cuando no pasan las pruebas de la academia o simplemente si no quieren ser mixólogos, estrategas o guerreros. Poco a poco hemos agregado muchas opciones para todos los jovenes lobos.

—Alfa, Luna ambos son bienvenidos, por aquí.

Una chica nos guía hasta las plantas subterraneas, y luego del sotano número 7, el ambiente empieza a parecer atocigante.

Cuando el ascensor de abre en el fondo de la escuela Deylin es quien nos recibe y Collete Onai la acompaña, ambas me saludan sin perder de vista alguno de mis movimientos, y es obvio, ya que la última vez que se cumplió la pena de muerte, yo me salí de control.

—Hola ¿Cómo está el bebé? —indaga Collete.

—El bebé está bien —respondo antes de que Aidan meta la pata.

—Me alegro mucho, por fin son una familia real completa.

Es evidente la devoción de las personas en esta manada hacia Aidan.

—¿Lista? —Deylin murmura solo para ambas y asiento traquila.

Pasamos a la sala iluminada solo con luz artificial y ver su cara de nuevo me mueve por dentro, de la nada respiro odio, el parche de su ojo no está, mostrando un hueco oscuro, cuando me ve ella sonríe burlona y yo igual.

Cualquiera que no nos conoce diría que somos dos viejas amigas que recién se reencuentran, mi felicidad es obvia.

—¡Adrana! ¡Reina de ambas tierras! —grito con ironía.

—No me importa lo que hagan conmigo, ya dejé una mancha, en ti —me sonríe antes de señalar a Aidan —Y en él.

Lo último me hace pensar en cómo estaba cuando lo encontré, en que no pudo estar en el nacimiento de Ayla, no la vió crecer o decir su primera palabra, al igual que ella no tuvo muchas primeras experiencias con su padre. Empuño las manos y me acerco lista para romperle la cara, pero mi esposo tira de mi brazo y me enderezo intentando calmarme.

Entre las garras del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora