#12

4.4K 611 331
                                    

Algo cálido se movía a un ritmo acompasado bajo él.

Lo notó en cuanto abrió los ojos, desorientado. La espalda le dolía por haber dormido en una posición incómoda, y no supo por qué las palmas de sus manos estaban tocando piel ajena.
Se alertó en cuanto hubo espabilado, separándose de aquel pecho tibio y llevando la mirada al frente, directa al rostro del contrario.

–Qué... –masculló.

San estaba dormido. Ambos presos se hallaban en una posición un tanto comprometedora; el pelinegro estaba sentado en el suelo, recostado en la pared con Wooyoung a horcajadas sobre él. El rubio no pudo evitar ponerse nervioso al recordar lo sucedido anoche, tanto el intento de asesinato como los funcionarios y el agua a presión.
Habían pasado la noche abrazados, e incluso hasta ahora los brazos de San seguían rodeándole. Wooyoung frunció el ceño ante el gesto, y se le sacudió de encima con cuidado de no despertarle. Era demasiado vergonzoso para él el hecho de haber dormido en sus brazos, con la cara apoyada en su pecho desnudo.

–Madre mía –bufó Wooyoung– Y todo por un poco de agua...

Se levantó de encima de San, molesto por haberse mostrado débil frente a quien debería tenerle miedo.
Dio unos pasos por la sala, notando un vacío y humedad que hacían tétrico a cualquier ambiente. El espacio era grande, demasiado como para ser usado simplemente para torturar presos.
No había nada que observar allí, pero en medio de ciertas cavilaciones, Wooyoung se dio cuenta de algo.

–Un momento –pronunció para sí mismo– Con todo el agua que han derramado, ¿no debería de haberse formado un charco?

Habló en voz baja, consigo mismo, pero al parecer la otra persona presente ya había despertado.

–No –respondió San con voz ronca de recién levantado– Se va por la alcantarilla.

El pelinegro habló desde el suelo, aún sentado en la misma posición que antes. Wooyoung ni siquiera le miró, creía que después de aquel tacto tan incómodo e íntimo entre ambos no podría volver a mirarle a la cara.
Wooyoung buscó con la mirada aquella alcantarilla de la que el pelinegro hablaba. No tardó en dar con ella, estaba a escasos metros desde donde se encontraba. Anduvo hasta la misma y se agachó para mirar a través de las rejas, pero no vio nada más aparte de completa oscuridad.

–¿Adónde lleva esto? –preguntó el rubio, introduciendo una mano en uno de los huecos.

–A Narnia, no te jode –respondió San, poniéndose en pie– Pues a una red de alcantarillado.

–¿Eso lo sabes a ciencia cierta?

El pelinegro soltó una risa irónica.

–Sí, suelo dar paseos por las cloacas con mis amiguitos los funcionarios –soltó el preso, irónico– ¿Cómo voy a saberlo a ciencia cierta? Simplemente es lo lógico.

La mente de Wooyoung se había volcado completamente en un plan que estaba tomando forma en su cabeza. Ni siquiera le importaba el sarcasmo de San o lo que había sucedido el día de ayer.

–No estamos en el primer piso del edificio –repuso Wooyoung, irguiéndose de nuevo– Estamos en un segundo.

–¿Y eso qué?

–Los alcantarillados son conductos subterráneos –continuó Wooyoung, ensimismado en sus pensamientos– No puede haber una alcantarilla en un segundo piso porque no daría directamente con el alcantarillado. Para eso debería estar a ras de suelo, en un primer piso.

San se acercó al chico, que hablaba sin tener en cuenta su presencia. Se limitó a observar su rostro pálido y sus labios morados formular pesquisas. Aún hacía frío a pesar de la extinción del agua.

LOVER BOY - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora