Le vio caminar bajo el sol y le vio desaparecer.
Le vio callado mirando al cielo, le vio arremeter contra un saco de boxeo con Lil Nas X de fondo, vio las heridas en su espalda y le vio mirar a su alrededor con esos ojos que helaban la sangre.
Había visto tantas facetas suyas, que no supo cuál de todas le llevaba de la mano por la prisión esa noche, cuando todos estaban dormidos y ni los funcionarios se percataron de su ausencia.
–¿Adónde me llevas? –susurró Wooyoung, intentando no perturbar la tranquilidad nocturna de la cárcel.
San no respondió, sino que prefirió guiarle escaleras abajo, sin soltarle. Una vez en el piso inferior, se oyeron unos pasos y vislumbraron un halo de claridad momentánea.
–Cuidado –advirtió el pelinegro, pegando su cuerpo a la pared junto al de su compañero.
–¿Qué pasa?
–Guardias.
Se agacharon para esquivar el foco de una linterna, manteniendo la respiración hasta escuchar los pasos alejarse. El más alto fue el primero en moverse de nuevo, cuidando de que el rubio siguiera sus pasos.
–Pero ¿no había cámaras de seguridad? –preguntó el menor.
–Y qué más da. Para cuando revisen las grabaciones ya estaremos de vuelta en las celdas.
–Que conste que sólo confío en ti porque hicimos un juramento –dijo Wooyoung, llegando hasta la puerta donde San se había detenido. Miró dicha puerta, reconociéndola– ¿Por qué estamos aquí? No me gusta este lugar.
–Ya, claro –habló el mayor– Porque tiene fantasmas ¿no?
San dejó escapar una risa silenciosa y abrió la puerta, sacando su correspondiente llave. Wooyoung ni siquiera se sorprendió, ya que estaba acostumbrado a que el pelinegro fuese así de impredecible.
–No te burles –replicó el rubio– Es inevitable que me resulte escalofriante que una persona haya sido asesinada aquí hace apenas un día.
La puerta se abrió despacio. San pulsó el interruptor de la luz, que otorgó a la estancia un cálido y a la vez tenebroso aspecto. No por nada era un lugar sin uso.
La mesa de torturas estaba descubierta. La sábana que siempre la cubría estaba tirada en el suelo, arrugada sin cuidado. Era complicado imaginarse la escena de un brutal crimen allí, pues todo estaba limpio y en su sitio, tal y como Wooyoung lo recordaba.
–Pobre Sejin –comentó el menor– Estaba destrozado cuando vio a los funcionarios sacar el cadáver de Taeha.
–¿Y ese quién es?
–¿Sejin? El único amigo de Taeha. O eso me dijo Hongjoong. Juró venganza al asesino.
–La amistad no es algo para la cárcel –dijo el mayor, aproximándose a la mesa y pasando las yemas de los dedos por el tablero. Detalló una pequeña mancha de sangre seca en su superficie.
–El amor tampoco. ¿Por qué me besaste?
San se quedó estático por un segundo. Dirigió su mirada hacia los demandantes ojos del contrario con seriedad, pero apenas un par de segundos después casi se echa a reír.
–¿Qué te has pensado, blondie? No se habla de amor tan a la ligera, eso son palabras mayores –se acercó hasta él, para señalarle la mesa– Túmbate ahí y acabemos con esto rápido.
–¿Qué? –bufó Wooyoung– No sé para qué mierda estamos aquí, pero me estás haciendo dudar de nuestro juramento. Además, ahora que lo recuerdo, yo estoy enfadado contigo.
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LOVER BOY - woosan
FanfictionAlguien dijo que no debíamos fiarnos de las apariencias. Y es que Satanás alguna vez fue un ángel. -Finalizada. Portada: @ov8___