Extra

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Siete meses después del fallecimiento de Choi San.

Hacía frío. Un viento digno del duro invierno que sacudía a la ciudad, teniendo el clima adecuado al malestar que gobernaba.

El cementerio hoy estaba un poco más ruidoso que de costumbre, ya que entre las copas de los árboles meciéndose y los llantos de las personas, se formaba una melodía cuando menos deprimente.
Un grupito de personas se arremolinaban alrededor de una de las muchas lápidas en ese sitio, lamentándose por la pérdida de un ser querido. Sin embargo, había opiniones varias respecto a esa muerte. Jungkook mantenía un brazo sobre los hombros de Taehyung, mirando con fijeza y el ceño fruncido al nombre grabado en la piedra. Taehyung había dejado caer unas rebeldes lágrimas a pesar de haber intentado contenerlas, y los otros cuatro chicos eran un desastre de emociones. Chaerin lloraba con desconsuelo sobre el pecho de Hoseok y éste daba palmaditas en su hombro, mientras que Seungyoon y Hongjoong rememoraban momentos con tristeza e inmóviles.

Ellos no sabían que había alguien que no les quitaba ojo desde la lejanía.

El funeral había sido unos días atrás, pero los amigos habían acordado en reunirse e ir a despedirse juntos una vez que no estuviera presente la familia del fallecido.
Decidieron que ya había sido suficiente cuando Taehyung comenzó a atragantarse con sus propias lágrimas. Anduvieron en silencio, solo con el sonido de sus pisadas sobre la hierba, hasta la salida del cementerio.
El fuerte viento despegó uno de los papeles adheridos a una columna cercana, y éste voló hasta pegarse en el abdomen de Hoseok. El chico agarró la hoja con su mano libre y la miró, con el ceño fruncido y sin quitar el otro brazo de los hombros de Chaerin. Sus cejas se alzaron al ver aquella ilustración en blanco y negro y esas remarcadas letras.

"Se Busca. Jung Wooyoung (Blondie)". Y más abajo, una foto de un joven sonriente, con burla plasmada en sus facciones. Con un mirar sarcástico y el pelo rubio peinado hacia atrás.

Chaerin echó un vistazo al papel, y ambos amigos se miraron.

–¿Puedo confesarte algo? –preguntó Hoseok, controlando el nivel de su voz.

–Claro –respondió ella, sorbiéndose la nariz.

–Le cogí cariño al rubito este.

La rubia bufó, dando otro vistazo a la foto del reo.

–Y yo, pero ha matado a Christopher.

–Y aun así no decimos nada, nos callamos la boca frente a la poli. ¿Sabes por qué? Porque en realidad todos sabemos que la muerte de Chris está justificada.

–Pero... –protestó ella– Wooyoung antes era diferente. Ahora es un puto aniquilador. Ahora es un San.

–Tss –siseó Hoseok, poniendo un dedo frente a sus labios– Que no te escuche llamarle así y no Blondie.

Chaerin puso los ojos en blanco, suspirando y pegándose al contrario en busca de calor. Continuaron caminando tras el grupito por el camino de tierra.

–Christopher tenía razón con lo de Choi San, ese tipo tenía que desaparecer del mapa antes de que su locura lo destrozase interna y externamente, pero él no era nadie para decidir –dijo Hoseok, en última instancia.

–Odio admitir que tienes razón porque era nuestro amigo, pero sí, Chris quiso hacer de juez en el tribunal equivocado.

Esas palabras llegaron a los oídos de la única persona que seguía presente en el cementerio, acuclillado sobre un banco lejano, mirando a la nada y saboreando una piruleta con desgana.
Se incorporó y bajó al suelo de un salto, haciendo que sus botas militares levantaran un polvillo a su alrededor.
Con lentitud, metió las manos en los bolsillos de su abrigo de pelo negro y se encaminó hacia el centro del cementerio.

Ese sitio estaba escalonado en la ladera de una montaña baja. Las tumbas estaban dispuestas en filas rectas y había que subir un tramo de escaleras para llegar a la fila superior.
El chico echó una mirada hacia la tumba de Bang Christopher, sin ningún sentimiento reflejado en su expresión, y comenzó a subir despacio por las escaleras, arrastrando esas botas de puntera desgastada que le quedaban una talla grande.

Sintió el viento golpeando en su rostro. Se encogió sobre sí mismo, degustando la insípida piruleta con su lengua y deteniéndose en la siguiente fila de tumbas.
Caminó frente a las losas de piedra y se detuvo frente a una concreta, sintiendo el aura que emanaba esa tumba en particular. Tomó asiento enfrente, sobre el suelo, con las piernas cruzadas. Antes de nada, sacó el dulce de su boca, dejándose los labios rojizos y acaramelados.
Levantó la vista al frente.

Choi San.
1996 - 2024

Con delicadeza, Blondie retiró la flor que llevaba acomodada entre el pelo y su oreja y la dejó sobre el cúmulo de tierra, enfrentando la lápida.

–No te acostumbres a esto, cabrón –le habló, rompiendo el silencio– Yo no me puedo morir en paz porque me has dejado a un bicho para cuidar. Porque claro, ¿quién le da de comer si no a esa bocina con alas? Que desde la cárcel vale que pagaras a una asistenta, pero a ver cómo lo haríamos desde la tumba.

Observó la escena. La tumba vacía, custodiando al cuerpo que un día le hizo perder la cabeza en todos sus ámbitos, con tan solo una rosa arrancada sobre la tierra y una majestuosa lápida con su nombre convertido en tabú.

Irradiando elegancia hasta muerto.

Se tumbó sobre el suelo, con un brazo tras la cabeza y su mirar posado en el cielo estrellado.

–He matado al pelirrojo. Sé que tú lo habrías hecho por mí si las cosas se hubieran dado de otra forma. Y lo siento, porque al haberlo matado lo he enviado a tu lado, pero no tenía opción. De todas maneras, seguro que con lo grande que es el Infierno ni os habéis visto. Él estará ahí, arreglando el barco del río Aqueronte* con sus cosas de mecánico. Y tú... –chasqueó la lengua, imaginando con una sonrisa– Tú estarás ahí al lado del puto Lucifer. Pero no te creas que lo digo como si fueras su amigo o subordinado, no. Estarás ahí esperando a que se levante para arrebatarle el trono, y cuando te lo recrimine, le dirás: "El que se fue a Sevilla, perdió su silla." Con tu puta gracia habitual.

La leve sonrisa se le desdibujó momentáneamente, llevándosela el tiempo en esa noche cada vez más oscura. El silencio era terrible y le penetraba en la cabeza como una daga. La soledad era constante, el vacío también. Los actos ya carecían de sentido y razón. Cerró los ojos, descansando el alma.

–La vida pasa muy lenta sin ti –susurró, con su ceño frunciéndose en sufrimiento.

Y se quedó ahí, dando vueltas al palo de la piruleta entre sus dedos, sintiendo el silencio, la soledad, el vacío. Sintiéndolo todo y a la vez nada.

Ahí. Quieto. Como si fuese una gárgola de piedra sobreviviente al paso del tiempo y a miles de guerras, a pesar de todo y de todos. Custodiando los restos de su templo en una espera eterna.







Inesperado ¿eh?
Ha sido un impulso, nada planeado, pero ¿por lo menos os ha gustado? Espero que sí ✨🌺 Edit: por favor dadme vuestra opinión que me siento insegura con este extra :(((

*Río Aqueronte: uno de los cinco ríos del Inframundo según la mitología griega. Se dice que todo en sus aguas se hunde salvo la barca de Caronte, utilizada para transportar las almas de los difuntos.

LOVER BOY - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora