A Tus Delitos Yo Me Someto

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(Dedicado a @saniebonito)

Choi San siguió con su mirada los pacientes pasos del policía, quien se acercaba con calma al vehículo.

A esas horas de la noche aquella carretera no solía ser transitada y tampoco eran comunes los altercados por la zona, así que los trabajadores procedieron con tranquilidad. San abrió la guantera y agarró la gorra que había visto antes en su interior, colocándosela antes de que el policía tocase con los nudillos en el cristal.
Wooyoung bajó la ventanilla con el miedo en el cuerpo, confiando ciegamente en que San tuviera un as bajo la manga. Notó el frío de la noche directo en su rostro y el policía se asomó ligeramente al interior del coche para obtener una vista de los asientos traseros. Sin embargo, lo único que había ahí eran las mochilas de los reos.
Wooyoung mantenía la respiración; el ruido en el maletero había cesado y aún sin saber por qué, rezó con todas sus fuerzas para que el hombre encerrado no volviera a moverse.

–Buenas noches –dijo el hombre, paseando su vista sobre los dos individuos con las manos en las caderas– Documentación, por favor.

El rubio se tensó, e instintivamente giró la cabeza para mirar a San, buscando que el pelinegro les salvara el culo una vez más.

–Claro –afirmó el asesino, con la gorra calada casi hasta los ojos– A ver...

Comenzó a rebuscar por los compartimentos del coche, fingiendo buscar la documentación. Wooyoung sentía que el corazón iba a salírsele por la boca; no tenía ni idea de lo que San pretendía. No sabían dónde estaban los papeles del coche, ni ninguno llevaba encima carnet de conducir. Además, ambos estaban en busca y captura y cabía la posibilidad de que les reconociesen en cualquier momento.

–Ah, es verdad –volvió a hablar San, rendido con su búsqueda– Lo tenemos todo atrás. Un segundo.

El policía escrutaba al asesino con la mirada, y se notaba que la confianza del hombre iba desapareciendo poco a poco.
Wooyoung apretó los puños; se sintió desprotegido cuando San abrió la puerta y salió del coche. Acto seguido, el pelinegro abrió una de las puertas traseras desde fuera y comenzó a buscar en las mochilas con medio cuerpo fuera. El rubio sonrió al policía, queriendo aportar un poco de normalidad a la situación.

–Hace frío ¿eh? –comentó.

El hombre asintió, suspirando.

–Sí, se ha levantado un viento... –chasqueó la lengua, disgustado– Viene del Norte.

Wooyoung asintió, sintiéndose idiota y cada vez teniendo más certeza de que San sólo estaba ganando tiempo. No obstante, el pelinegro se había percatado de algo alarmante.

–Oye –habló San, sorprendiendo al rubio– ¿Dónde lo has puesto? Ven a ayudarme.

Wooyoung abrió la puerta enseguida, saliendo del coche con el policía haciéndose a un lado mientras esperaba. Lo rodeó y fingió agacharse a su lado sobre el asiento trasero para ayudarle.

–¿Qué coño haces? –susurró Wooyoung– Si no tenemos nada.

–No jodas rubito –respondió el otro con sarcasmo.

De pronto, se escuchó una voz en la carretera unos metros más adelante, procedente de otro de los policías de tráfico.

–¿¡Hay algún problema!? –exclamó para hacerse oír.

–¡No, enseguida voy! –respondió el policía, para luego volver su mirada hacia el dúo– Venga, chicos, que no tenemos toda la noche para unos papeles.

–Ahora va –asegura Wooyoung con una sonrisa, incorporándose.

San lo agarró de la camiseta para que volviese a agacharse y le prestase atención.

LOVER BOY - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora