El ambiente cambió después de aquel día. San le sonreía al pasar, como si fueran amigos de toda la vida, y el rubio no tenía más opción que corresponder en aquella extraña amistad.
Él sabía que San no era tan inocente y pasota como aparentaba, de hecho se lo demostró cuando sacó aquella pistola. Sabía que tenía que tener cuidado con él, así que no supo si era bueno o malo que el pelinegro confiase en Wooyoung sólo porque éste le había dicho que no quería matarle.
Además, el rubio desconocía por qué San había deducido que planeaba matarle, le daba un poco de miedo que fuera tan listo y perspicaz.Wooyoung caminaba distraído por los pasillos, aliviado por no haber acabado en aislamiento por agredir a un preso. La verdad es que el hecho de que le encerraran no era lo que le preocupaba, sino que cambiaría el color de su uniforme a uno naranja como le metieran en aislamiento más de tres veces. Si eras considerado preso ordinario y no preso inofensivo, era más difícil que no sospecharan de ti o que te libraran de este tipo de castigos.
–Oye, rubito, esta noche a mi celda ¿no? –comentó uno de los presos que pasaban por allí.
–Tú te callas, que hoy le tengo yo para mí –le contestó otro que pasaba a su lado.
Wooyoung enarcó una ceja, viendo cómo aquellos dos idiotas se habían enzarzado en una discusión mientras se alejaban, aunque por lo menos así no tendría que responderles.
Comenzaba a cansarse de ser el muñeco Ken de todas esas personas, de vez en cuando se fijaba en los labios y bocas de todos ellos, aliviándose de no haberlos probado nunca. Prefería darles su cuerpo a dejarse ser besado; no quería que sus labios fuesen corrompidos por aquellas bocas que sólo escupían veneno.De pronto, salió de sus pensamientos, alertado por un barullo que comenzaba a llenar la zona común. De lejos vio cómo los presos corrían hacia un lugar en concreto y murmuraban, otros se mantenían distantes, pero todos los funcionarios parecían estresados y corrían sin excepción hacia aquella puerta. Desde su sitio Wooyoung no lograba ver lo que había en el interior de dicha puerta, pero lo que sí sabía es que se trataba del comedor. Le desconcertaba que todos estuviesen repentinamente nerviosos entrando a la cantina, lo cual le hizo pensar que había pasado algo allí dentro merecedor de tal expectación.
Salió del pasillo de las celdas y desembocó en la zona común, acercándose tranquilo y algo curioso al comedor, donde se apiñaba la gente fuera y dentro. Seguramente fuese una pelea.
–¿Qué le habrá pasado? –murmuró alguien que se alejaba.
–Vete a saber. Conociéndole, cualquier mierda... –contestó su acompañante.
En ese momento Wooyoung se sintió ansioso y no supo por qué. Caminó con prisa metiéndose en el tumulto de tíos, haciéndosele difícil atravesar barreras de cuerpos fornidos que soltaban improperios cada vez que les empujaba. Ya podía imaginarse el cuerpo ensangrentado de su amigo tendido en el suelo sin remedio. Sabía que Hongjoong había estado mucho con Mingi y los suyos últimamente, lo cual nunca era bueno.
Cuando la multitud lo escupió hacia fuera, se quedó tambaleante en primera fila, asombrado al tener tal vista de algo tan macabro.
Enseguida los funcionarios comenzaron a actuar, y sacaron porras para hacer retroceder al resto de presos. Wooyoung vislumbró a Park Seonghwa sacando lo que parecía un walkie-talkie y pronunciando palabras inestables a través de éste, pero, sin duda, eso era lo que menos le importaba en ese momento.
Sus ojos no se querían despegar del cuerpo que se hallaba muerto sobre el tablero de la primera mesa del comedor. No era Hongjoong, pero igualmente era demasiado impactante. El cuerpo grande de Seungyeop, aquel amigo de Mingi que Wooyoung bien recordaba, se hallaba asesinado sobre una mesa, con una bandeja bajo su espalda, como si fuese un plato de comida. En su pectoral izquierdo se hallaba clavado un cuchillo que había atravesado su corazón de lleno a juzgar por la increíble cantidad de sangre que resbalaba por las patas de la mesa.
Por si fuera poco, la vista de Wooyoung fue ascendiendo por su rostro, pasando por una boca entreabierta cuyos dientes estaban bañados en rojo oscuro, siguiendo por la cara que recordaba perfectamente, y acabando en unos ojos inexistentes.
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LOVER BOY - woosan
Fiksi PenggemarAlguien dijo que no debíamos fiarnos de las apariencias. Y es que Satanás alguna vez fue un ángel. -Finalizada. Portada: @ov8___