Memorias De Un Devoto

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(Dedicado a @LuvuParadise)

Locura Transitoria - Extremoduro 🎵

Veinticuatro de junio.

–Él... –comenzó Christopher, dejando escapar un suspiro nostálgico– Él era un chico muy raro, ya desde pequeño.

Wooyoung no podía controlar su respiración. Se sentía como si el corazón fuese a salírsele por la boca. Llevaba inmóvil desde que oyó aquella revelación, y no creía ser capaz de asumir que habían vuelto a arrebatarle algo que creía casi recuperado. Otra vez. Otra vez. Era como si le hubiesen anclado al suelo, ralentizándole el paso e impidiéndole llegar hasta él. Hasta el contorno del cuerpo de San que habitaba en su mente, el cual era cada vez más borroso.

–No le gustaban las cosas fáciles –continuó el pelirrojo, mirando los ojos perdidos del reo– Ni los finales felices. Para él no existían conceptos como la amistad, el amor, el desprecio, la enemistad... Por eso, al principio era como un fantasma deambulando por los pasillos. Él entró nuevo al internado a una edad muy temprana, pero no le costó adaptarse. Aprendió pronto a moverse por las instalaciones y todas las Hermanas le cogieron un cariño especial por sus firmes creencias. Él era un real devoto, no como los demás. Rezaba, todo se lo confiaba a dios y se creía libre de todo pecado. Digo que era como un fantasma porque tardó meses en dirigirnos la palabra a los otros internos. Ese día, cuando decidió hablarnos, me sorprendió averiguar que se había mantenido al margen porque nos estaba observando, como una pantera vigilando a su presa desde las sombras.
Sorprendentemente, era más normal de lo que me esperaba, así que nos hicimos amigos. Cabe destacar que tenía una madurez mental mucho mayor a la que correspondía a su edad, por eso siempre asombró a todas las Hermanas. Tenía unas ocurrencias fuera de lugar, una gran perspicacia y unas salidas que te dejaban sin palabras. Cuando pasaron los años, dejó de ser un chiquillo gracioso y singular para pasar a dar un poco de miedo. Seguía rezando, pero no era un creyente como todos pensábamos, y eso me lo confirmó un día que lo encontré en la capilla del internado... Le vi arrodillado en el reclinatorio, y le dije: "La Hermana Sohee te está buscando, debes ir antes de que se enfade". Él me miró, con esos ojos negros y muertos que siempre tuvo, y contestó: "La Hermana Sohee puede comerme los..."

Christopher rio levemente, recordando tiempos pasados con un sentimiento en la mirada que el rubio no supo reconocer. Wooyoung esbozó una media sonrisa triste.

–Muy propio de San –comentó.

Christopher respiró hondo antes de continuar con su relato.

–Bueno, en esos tiempos yo era muy puritano y solo creía en los mandatos del internado, así que le dije: "No digas esas cosas, como te oigan..." Él me interrumpió, diciendo: "Me da igual. Yo creo en Dios, no en la Iglesia." Aquello me llegó muy adentro, y empecé a replantearme mis propias creencias. Lo último que me dijo Choi San antes de que mostrara su naturaleza tal como era y comenzase la masacre, fue: "Rezo por ellos. Por las almas que perezcan en mis manos." Después, todo fue caos.

Christopher hizo una pausa, Wooyoung le observaba con los ojos secos y surcos de lágrimas en su rostro. Estaban solos. El dueño del local decidió prenderse un cigarro, creía necesitarlo para hacer acopio de fuerzas y soltar lo siguiente.

–Al día siguiente, la Hermana Sohee amaneció colgada del techo con una cadena alrededor del cuello. Se tomó como suicidio, pero nadie sabía que San era el único que tenía acceso a las cadenas que cerraban el portón de la finca. Nosotros seguimos siendo amigos porque, a pesar de que mostraba signos psicóticos, tenía un control absoluto y era una persona razonable. A los dieciséis comenzó a trabajar como mercenario gracias a contactos que nunca me reveló, y ejercía cada vez que teníamos permisos. Una puta locura.

LOVER BOY - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora