SENTENCIA Pt. 2

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La casa de campo era enorme.

Contaba con un jardín amplio al que nadie nunca salía porque el exterior no era lo suficientemente discreto. La fachada era antigua y corriente, no llamaba la atención pero contrastaba con los lujosos coches que aparcaban enfrente.
En su interior había muchas habitaciones vacías y una sala que era el núcleo de la casa, donde los mayores se sentaban a hablar de cosas de mayores. Mientras tanto, los niños correteaban por allí y no tenían permitido cruzar esa sala, por lo que siempre acababan yendo a la pequeña biblioteca escondida en uno de los rincones.
Wooyoung, a pesar de su inofensivo y joven físico, perdió la inocencia a edad muy temprana por el simple hecho de que esa biblioteca no tenía sección infantil. Por sus manos pasaron muchos libros, ninguno tenía dibujos ni letras grandes, ni siquiera era capaz de entender la mayor parte de las cosas que leía.
Pero uno en concreto, lo tenía grabado en el cerebro como si fuese la lectura de su niñez, y en estos momentos de su vida la temática del libro era bastante irónica, pues trataba sobre la difícil vida de un ex presidiario y su reinserción en la sociedad.

Wooyoung daba tranquilos pasos por el comedor. De reojo, miró la mesa sobre la que aún podía ver el cuerpo inerte de Seungyeop reposar.
Si pestañeaba rápido, podía materializarle en su mente con cada uno de los detalles, cada gota de sangre y la forma en la que su pecho se mantenía inmóvil. No entraba aire en su interior y tampoco salía nada.
Miró la mesa de frente, encontrándose con la realidad. Estaba vacía, tan limpia y pulcra como si estuviese en un escaparate de Ikea.

La puerta del comedor se abrió de nuevo y volvió a cerrarse, dando paso a San, tranquilo y despreocupado, andando por el blanquecino suelo con sus distinguidas botas. A nadie le importó, pero el rubio siguió sus pasos con los ojos, sabiendo que podía parecer raro que estuviese mirándolo todo ahí quieto, parado en medio del comedor.
Volvió la vista hacia la mesa en la que Hongjoong ya estaba sentado con una bandeja frente a él, esperándole.
Aquella visión se le hizo muy pesada. Casi pudo sentir un pequeño mareo aproximarse, como si hubiese caído de lleno en su vida real y estuviese despertando a su aletargado cerebro tras un largo sueño.

Estaba en la cárcel y era un preso con una condena de seis años.

Sonrió. Y suspiró. Volvió a sonreír, y miró de nuevo al cuerpo esbelto del preso peligroso llamado San encaminarse hacia las bandejas. Taehyung ya lo esperaba en una mesa, pero lo que ese chico no sabía era que el pelinegro nunca llegaría a sentarse allí.

Recordó el título de aquel libro que leía de pequeño en la biblioteca de la casa de campo. El ex presidiario protagonista contaba que solía tener un amigo íntimo en la cárcel, pero que desgraciadamente murió y nunca pudo saber cómo hubiera sido encontrarse cara a cara con él fuera de los barrotes.

–¡Wooyoung! ¿Qué haces ahí parado? ¡Ven! –exclamó Hongjoong.

También decía que su amigo había muerto ahogado con una almohada por su compañero de celda. Dijo que en las cárceles se mataba con las manos, y lo más fácil era el ahogamiento.
Wooyoung lo comprendía ahora más que nunca, y comenzó a andar sin quitar su vista del pelinegro.
Más gente comenzó a darse cuenta de su comportamiento inusual, y el grupo de Yunho lo miraba raro. No detuvo su camino hacia Choi San, sin importarle que los funcionarios estuvieran allí, más alerta que nunca por lo sucedido hacía momentos.

Comenzó a correr.

Corrió, ignorando los gritos de advertencia de Hongjoong, cegado en la vista que le proporcionaba el mullet del pelo de San. Y cuando su mente se quedó en blanco y sus piernas respondieron por él, saltó sobre el tablero de una mesa cogiendo impulso para acabar cayendo a horcajadas sobre los hombros de San.
El cuerpo bajo él se tambaleó por el repentino incremento de peso sobre sus hombros, pero Wooyoung no se detuvo y apretó el cuello del chico con sus muslos, ejerciendo presión con sus piernas. Las manos de San se clavaron como garras en los muslos del rubio, tratando de quitársele de encima, siéndole imposible pronunciar palabra por el ahogamiento.

LOVER BOY - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora