Juntos Nos Podríamos Condenar

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(Dedicado a @sxnder-)

Red Lights - Bangchan & Hyunjin 🎵
Need To Know - Doja Cat 🎵

Sus ojos se abrieron de golpe. Como dos luceros sedientos de catástrofe.

Cuando su vista se encontró, el chico rubio exhaló con fuerza incorporándose de golpe. Asustado, pegó la espalda contra el cabecero de la cama e inhaló una sorprendida bocanada de aire. No sabía si fiarse de la imagen que tenía frente a él. Era más probable que siguiese dormido sobre aquel mullido colchón, disfrutando un extenso sueño, que el hecho de que aquello fuese real.

Pero San estaba allí para devolverle esa mirada tan real. Wooyoung entrecerró los ojos, detallando inevitablemente el iris grisáceo del ojo izquierdo del pelinegro. Luego regresó la vista a su rostro en general, a su persona entera. No sabía cómo asimilar que San había vuelto a él, aunque fuese en un sueño. Aún tenía los labios entreabiertos, dejando que la ira mezclada con añoranza se escurriese por las comisuras de su boca como un reguero de sangre.

Entonces pensó, en silencio y encerrando su puño alrededor de una de las mantas de la cama; ¿eres real o eres un juego de mi mente? Cerró los labios. Tragó saliva. Engulló el reguero de ira y añoranza.

–Hola –habló San, de repente, rompiendo el gélido ambiente.

Wooyoung agrandó los ojos. Oír su voz era como un golpe extra de realidad. San estaba tan casual, con esa expresión serena suya y sentado en el borde de la cama, mirándole con uno de sus orbes muertos y los ojos algo rojos. Consecuencia de un llanto que el pelinegro nunca admitiría.

–¿Qué pasa? Parece que has visto un fantasma –siguió San, ladeando la cabeza con su descaro habitual– Tú duerme, tranquilo, no te cobraré alquiler por guapo.

El reo rubio parpadeó desconcertado. Se levantó de golpe, alejándose de él. Pasó por su lado. Se llevó las manos a la cabeza y caminó por la habitación, al borde del colapso. Sus pupilas titilaban mirando a su alrededor, sentía su labio inferior temblar y no conseguía asimilar que Choi San estaba vivo frente a él. No creía que después de todo, el otro reo estuviese haciendo bromas tan tranquilo. El hijo de puta era tan inalterable... que Wooyoung no podía soportarlo.
Tras su pequeña crisis nerviosa, Wooyoung dejó de agarrarse los mechones de su pelo con impotencia y regresó la vista a San, quien lo observaba en silencio sin inmutarse.

–¿Qué debería hacer? –pronunció inestable, con la voz llorosa y frágil, admirando la serenidad del contrario– ¿Matarte o abrazarte?

El rubio no pudo contener las lágrimas más. Se abrazó a sí mismo con las largas mangas de la cómoda sudadera de San, dejando a su llanto deslizarse sutil por su piel nívea mientras mantenían contacto visual. San lo miraba llorar en silencio, Wooyoung se tragaba las lágrimas y las ganas de empezar una pelea.
¿De verdad iba a ser tan insensible?

–¿Qué ha pasado? –preguntó Wooyoung, resumiendo todos estos días separados y llenos de angustia en esa pregunta.

–Ha pasado una tormenta –contestó, poniéndose de pie– Y se lo ha llevado todo. Nos ha robado. Ahora debemos decidir nosotros.

Wooyoung lo miró sin entender, llevando su cabeza hacia arriba al revelarse su escasa diferencia de altura. San se acercó hasta que pudieron respirar el mismo oxígeno, y el rubio se contuvo para no abrazarse a él con desesperación a la par que para no pegarle un puñetazo.

–Debemos decidir... –siguió San– Si alejarnos de la tormenta para que no nos vuelva a molestar, o luchar por lo que es nuestro y meternos de lleno en el ojo del huracán.

LOVER BOY - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora