#13

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El rubio estaba sentando en una mesa en la zona común junto a Hongjoong.

Tras haberle contado al bajito, sin detalles, lo que les había ocurrido una vez encerrados, Hongjoong comenzó a relatarle historias que había oído sobre otros presos que sufrieron el mismo castigo. Wooyoung le escuchó al principio, pero no pudo evitar que su mente se evadiera al pensar en las palabras de su hermana. Yoojin le había dejado muy claro lo que tenía que hacer si quería salir de allí, por lo que no tenía otra opción que ponerse manos a la obra. Su mente comenzó a maquinar planes enrevesados, pero lo más seguro era ir a lo fácil: colarse en la celda de Choi San.

–Wooyoung –llamó su atención Hongjoong– ¡Wooyoung!

–¿Qué? –dijo él, regresando a la tierra.

–Ese tipo lleva haciendo señas hacia aquí desde hace rato. No sé qué quiere –dijo, mirando hacia el funcionario que agitaba sus manos en el aire desde fuera del enrejado.

El rubio siguió su mirada y vio al hombre. Un chico joven de cara afable alzaba los brazos en su dirección, para hacerse notar. Wooyoung echó un vistazo hacia la pantalla que mostraba la hora en la esquina superior de la pared, haciéndose una idea de quién podía ser. Faltaban cuatro minutos para las siete.
El preso suspiró, se puso en pie y estiró su cuerpo.

–Me voy –dio una palmadita en el hombro a Hongjoong– Tengo que ir a no sé qué de una charla.

–Pero ¿ese quién es?

Wooyoung recordó que después de todo, Hongjoong también era casi un recién llegado.

–Un cuentacuentos –rio Wooyoung, dejando al chico desconcertado.

Wooyoung se alejó de la zona común y nada más tener al funcionario enfrente, la verja se abrió con un zumbido, pudiendo ver que estaba en lo cierto, ya que su placa rezaba "Lee Mingun". El hombre en cuestión le sonrió y comenzó a guiarle hasta la sala donde se organizaba aquello con una mano sobre su espalda. Era el primer funcionario que aparentaba ser agradable.

–Es la primera vez que asistes ¿no?

Wooyoung asintió, y entraron justo al lado de donde se habían encontrado. Aquella sala era luminosa y muy pequeña, contaba con varias cajas apiladas a su alrededor, sumando varios utensilios de limpieza apartados del centro para hacer sitio a un corro de sillas colocadas en círculo.

–Pues bienvenido –dijo el hombre, sin cesar su sonrisa y tomando asiento en una de las sillas.

Ya había algunos presos sentados que sólo conocía de vista. Le extrañó no ver a Mingi, pues él era el preso más conflictivo que conocía.
Tomó asiento, incómodo entre los otros tres presos y el funcionario. Con el tiempo llegaron los restantes, otros dos chicos y San. Éste último entró con actitud enfurruñada, como un niño obligado a asistir a misa. Se sentó en la última silla libre, quedando frente a Wooyoung.
El rubio pensó que se trataba de un almacén por la cantidad de cosas apartadas y el poco espacio.

–Bueno, chicos, comencemos –habló Mingun, agregando una pequeña palmada.

A Wooyoung le cayó bien, parecía realmente implicado y dispuesto a poner de su parte para agradar a los reclusos.

–¿Hay alguien que quiera ir primero?

–Yo –respondió alguien de voz grave.

–Taehyung –sonrió Mingun– Como esperaba. Adelante.

–¿Es necesario presentarme todos los días? –preguntó el chico de tez morena– Yo siempre vengo.

–Claro que es necesario, hay nuevos hoy.

LOVER BOY - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora