ELÉFTHEROS Pt. 2

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–Detente. Tus heridas.

Wooyoung dejó de correr, llevando la vista atrás hacia el chico que medio arrastraba agarrado de su mano. San parecía agotado, sudaba más de lo normal y no pronunciaba palabra desde hacía rato.

–Paremos un rato, San. No tienes buena pinta.

San se humedeció los labios con la lengua, irguiéndose en el sitio. Caminaron despacio, con sus botas chapoteando en el agua hasta llegar a recostarse contra una pared del pasadizo. Wooyoung tenía el ceño fruncido en una expresión preocupada, lo miraba detenidamente, y San se sintió débil. No le gustaba esa mirada.

–Oye... –volvió a hablar el rubio– No viene a cuento, pero ¿qué hacías antes de ingresar en la cárcel? ¿Cómo acabaste aquí dentro?

–Era repartidor de pizzas, pero en vez de una cuatro quesos se me colaba algún que otro rifle.

–San –le reprendió. Quería que respondiera en serio por una vez.

San dejó su mirada perderse por el agua grisácea del pasadizo, teletransportándose mentalmente a aquellas épocas. Soltó un bufido al recordar.

–Hacía exactamente lo que has visto allí abajo –respondió, pasándose una mano por el rostro para quitarse restos de sangre– Pero cobrando. Era una especie de mercenario.

–Mercenario...

–Empecé con dieciséis años y no tardaron más que dos en arrestarme –hizo una pausa para reírse de sí mismo– Aun así, tenía dieciocho cuando me llevaron por primera vez a comisaría, era demasiado joven como para tomar las precauciones necesarias.

Wooyoung asintió con la cabeza, asimilando información.

–Fallos de principiante por los que me arrepentiré toda la vida –resumió San.

–Bueno, ahora vamos a salir de aquí así que no será toda la vida –sonrió el rubio de forma reconfortante.

El pelinegro no dijo nada al respecto. Se limitó a separar su espalda de la pared y examinar la herida sangrienta de su pierna junto a la de su torso. El ambiente era oscuro pero se podía percibir una tenue luz de alguna parte. Los gritos volvieron a oírse peligrosamente cerca y Wooyoung dio un respingo, llevando sus ojos hacia el extremo del pasadizo que ya habían recorrido.

–Ahora que los agentes han visto por donde vamos –habló San– Hay que llegar hasta la alcantarilla antes de que lo hagan ellos. Estoy completamente seguro de que como no nos demos prisa, habrá un grupo de agentes esperándonos fuera. Si no nos cogen antes los que van detrás de nosotros, claro.

El rubio tenía una expresión amarga que delataba sus sentimientos. Se dieron la mano nuevamente y comenzaron a trotar hacia el final del pasadizo. Ya no quedaba demasiado.

–Cuando hablé con Taehyung –explicó el pelinegro entre jadeos– Dijo que un chico en moto vendría a buscarnos. Debo llamarle de nuevo por si el chico tiene que buscarnos por el pueblo, para que sepa cómo vamos vestidos.

–¿Crees que cogerá la llamada? Parecía que Taehyung no se encontraba en una situación muy óptima, la verdad.

–Hay que intentarlo.

Sin detener su marcha, San sacó el móvil del interior de sus pantalones, tecleando con prisa. Se lo llevó a la oreja, sintiendo la palma de su mano resbaladiza sobre la carcasa. Sonaron interminables pitidos hasta que saltó el contestador.

LOVER BOY - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora