Extra

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—Entonces, la profesora me llamó y me felicitó. ¿Puedes creerlo? —dio pequeños brincos de felicidad—. También dijo que he avanzado mucho en los últimos meses y que está muy orgullosa de mí.

—Nosotros también lo estamos, cariño. Todos nosotros —aseguró con una sonrisa.

—Sigo sin poder creerlo. Jamás había sacado un ocho en matemáticas. Incluso tiene una estrella dorada ¿Lo ves? —levantó la mano con la que tenía sujeta su examen con un gran número con rojo y la calcomanía para señalarlo—. ¿Puedo pegarlo en el refrigerador?

—Por supuesto, estoy segura de que Luke se pondrá feliz al verlo. Tal vez luego puedan ir por un pastelillo. ¿Qué dices?

—¡Si!

Alex soltó una pequeña risa por la emoción de la niña. Sujetó con fuerza su mano al llegar a la esquina y asegurarse de que podía cruzar sin ningún peligro. Al llegar al otro extremo, se permitió soltarla para que pudiera jugar con los charcos de agua que se encontraban a su paso. Olive, la pequeña de apenas seis años, corrió unos metros adelante para saltar sobre uno.

La calle se llenó de la estruendosa risa ya conocida de la infante. Alex apostaba que podía escucharse a varias cuadras de distancia, pero realmente disfrutaba escucharla reír. Al pasar frente a la casa del vecino más longevo de la cuadra, lo saludaron de lejos prometiendo que volverían a ir por unas cuantas galletas y una taza de chocolate caliente. Vaya que lo necesitaban.

Las temperaturas de Fairbanks cada vez eran más crudas conforme se acercaban las festividades navideñas. Era imposible no salir cubiertos por un gran abrigo, botas gruesas y gorros de lana, algo que a Olive no le agradaba para nada. Una manía que tenía era siempre mover su cabello igual que en los anuncios de shampo. Le gustaba sentir el movimiento de sus rizos castaños sobre el aire. Además, si no hacia sol, no se podían notar esas pequeñas y peculiares hebras doradas que se escondían en su melena.

Cosas de niña, a fin de cuentas.

Antes de doblar la última cuadra, Olive regresó al lado de la mayor y se sujetó de nuevo con ella.

—¿Crees que Dolly quiera salir esta tarde? —preguntó repentinamente triste y con la cabeza agachada.

—Hey —detuvo el andar de ambas. Se apoyó sobre una rodilla para quedar más a la altura, pero Olive seguía sin mirarla—. Estará bien ¿De acuerdo? Pronto se sentirá mejor.

Escuchó un pequeño sollozo antes de lograr levantar su mentón. Alex sintió como su corazón se rompía al ver los grandes y azulados ojos de la pequeña brillosos por las lágrimas que amenazaban con salir. La atrajo hacia ella y estrujó lo más fuerte que pudo sin llegar a provocarle dolor. Era suficiente con lo que ya cargaba.

—Dolly se recuperará. Tu padre nos lo aseguró ¿No es así? —Olive asintió—. Él nunca nos ha fallado, así que no hay que temer nada. ¿De acuerdo?

—Está bien —murmuró. Alex limpió sus lágrimas con delicadeza y dejó un beso en su frente—. Papá es como el superhéroe de la televisión.

—Exactamente, por eso no debes de preocuparte. Además, a él no le gusta ver a su pequeña llorar y a mí tampoco. ¿Qué dices? ¿Una sonrisa? —Olive mostró una mueca, por lo que Alex recurrió a hacerle cosquillas hasta escuchar su auténtica risa—. Así me gusta. Ahora andando.

Tomadas de la mano, recorrieron el camino faltante hasta llegar la peculiar cabaña en forma de triángulo que estaba apartada de las demás casas. Olive soltó su agarre y corrió hacia ella, una vez que la tuvo de frente. Apenas cruzó la pequeña puerta de la cerca, cuando Luke apareció por la puerta principal de la cabaña. Se agachó y recibió con los brazos abiertos a niña que se abalanzó contra él. La levantó entre sus brazos y pasó a dejar varios besos en las mejillas sonrojadas de Olive.

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⏰ Última actualización: Apr 15, 2021 ⏰

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