-No puedo creer que sigas conservando esto -sacó el gancho donde colgaba el vestido plateado-no recordaba donde lo había dejado.
-No era capaz de deshacerme de el. Me trae lindos recuerdos -el rubio se hundió de hombros- ya sabes. No me refiero precisamente a la boda de Mitch.
Alex apartó la mirada mientras sentía como su rostro se sonrojaba. Luego de colocar el vestido en su lugar, giró de nuevo hacia Luke, quien permanecía recargado de espaldas contra el marco de la puerta. Este sonrió mientras mordía su labio inferior y movía sus cejas de arriba a abajo.
-Calmate pervertido -lo codeó al pasar junto a él y dirigirse hacia la sala de estar.
-Yo no he dicho nada.
La castaña rodó los ojos por su falsa inocencia. Sabía muy bien en lo que estaba pensando, ella tambien tenia recuerdos de aquella noche. Jamás pudo olvidarla. Saber que Luke habia conservado sus pertenencias con la esperanza de que ella algun dia regresara con él, le hacia convencerse mas de que habia tomado una buena decision.
Todo mal trago habia pasado.
Petunia levantó su mirada cuando pasó cerca de ella. Fue inevitable no agacharse para acariciar y abrazar su cuerpo no tan diminuto. Parecía que aún tenía vagos recuerdos de ella, ya que desde el primer instante en que la vio, se dejó acariciar y mimar por la chica. Luego de darle varios cariños, fue en busca el pequeño bolso que Jane le habia prestado el dia anterior. Ella no llevaba nada más que su maleta consigo por lo que necesitaba lo más pequeño para llevar lo fundamental a la calle.
-¿Vendrán los chicos hoy? -preguntó una vez que pasó la cadena sobre su cabeza para colgarla.
-Si. Mike tiene un videojuego nuevo y hay varias cosas que tenemos que hablar -sonrió con pereza antes de rodearla con sus brazos-. ¿Tienes que salir ahora? Es divertido cuando estás aquí.
-No quiero interrumpir su noche de chicos -acomodó su cabeza para poder verlo-. Además, ya quede con Chung.Hee. No puedo dejarlo solo plantado.
-Si podrias.
-No, no -se apartó de un empujón. Luke hizo un mohín provocando una ligera risa por parte de Alex-. Regresare pronto y podré derrotar a Michael en su tonto juego.
-Tu no sabes jugar.
-No, pero los milagros pasan.
Se besaron antes de que ella saliera del departamento. Rápidamente tomó camino hacia la vieja pizzería donde constantemente se reunía con su amigo coreano. A pesar de poder charlar durante la cena pasada, le entusiasmaba pasar tiempo con él. Desde su llegada, era inevitable comparar la ciudad a como la recordaba de años atrás. Claramente, muchas cosas habían cambiado físicamente pero la manera en que sus ojos percibían las calles de la soleada ciudad, definitivamente era diferente.
Se sentía completamente en paz, tranquila y parecía que todo su alrededor estaba de la misma manera. Caminó con toda la tranquilidad del mundo, mirando hacia todos lados disfrutando de la calidez del sol sobre su piel.
Luego de varios minutos, llegó a la pizzeria. La cual se veía igual que siempre, sin cambio y sin que el tiempo pasara sobre ella. Se sorprendió al ver que era el mismo señor quien atendía la caja. En su mesa habitual, Chung-Hee tenía el ceño fruncido mientras parecía teclear un mensaje. Alex caminó hasta con el lentitud intentando hacer el menor ruido posible. Asi, logró su cometido de asustarlo al brincar y gritar junto de él. El lugar se llenó de la estruendosa risa que Alex soltó por lo cómico que se habia visto el chico.
-Así que...-comenzó una vez que paró de reír. Lo abrazó tanto en forma de saludo como de disculpa y ahora se disponía a tomar asiento frente a él-...¿Que ha ocurrido en la vida del joven promesa Chung-Hee?