Luke siguió escribiendo para evitar que se le olvidaran alguna de tantas frases que se le venían a la mente. No podía dejar ir la oportunidad luego de tanto tiempo sin haber escrito alguna canción.
Comenzaba a sentirse de nuevo el mismo desde que a la mitad del vuelo llegó la inspiración y todo lo anoto en las notas de su celular. Al principio todo parecía un desorden y no le veía futuro a eso pero conforme sacaba ideas, todo se iba conectando por si solo. El viejo Luke estaba regresando.
Tocó unos últimos acordes antes de dejar la guitarra a un lado y levantarse. Acarició la cabeza de Petunia, quien había permanecido a su lado en todo momento desde que había regresado, y siguió por estirarse un poco. Había permanecido sentado por un largo rato y sus piernas comenzaban a dormirse.
Camino hasta el closet para buscar una bermuda ya que por alguna razón su cuerpo comenzaba a resentir el calor de California. Se había acostumbrado al frío de Alaska y ahora pagaba las consecuencias de haberse quedado unas semanas.
Buscar entre cajones lo llevó a encontrarse la vieja ropa de Alex que seguía conservando desde hace años. La mayoría eran viejas pijamas o ropa cómoda ya que pasaba mucho más tiempo metida en su departamento que en cualquier otro lugar. Incluso, entre uno de todos los ganchos seguía vestido plateado que había usado para la boda de Mitchie.
Sin duda era siempre será la mejor noche de su vida.
A pesar de sentir que ya había avanzado mucho en relación a Alex, cada vez que recordaba como había acabado todo, sentia como si alguien le diera una patada en el estómago. La había dejado pensando que sería lo mejor para ella, agregándole el hecho de lo cobarde e imbécil por la manera en que lo había hecho. Cuando quiso arreglar todo, ella solo se había esfumado en esos meses que había estado de gira.
Había dejado todo así sin más.
En su departamento se habían quedado todas sus pertenencias, desde su cepillo de dientes o la taza que siempre usaba para tomar café, hasta el elegante vestido plateado. Pensar en la manera en la que se había marchado lo hizo conectar algunos puntos que antes no se había percatado.
Termino de vestirse y se apresuró en salir del departamento. En realidad no tenía ninguna prisa pero no podía soportar las ansias de aclarar algunas dudas.
*
Tocó una vez más la puerta esperando alguna respuesta en esta ocasión. Revisó la hora y pensó que sería mejor regresar en otra ocasión. Apenas dió media vuelta cuando la puerta se abrió por completo.
-¡Oh por dios! -chilló una chica aproximada a los dieciocho años- ¡Eres Luke Hemmings!
-Oh..¿Hola? Venía a buscar a alguien pero creo que ya no...
-¡No puede ser! ¡No puede ser! ¡Esto debe ser un sueño!
El chico solo se limito a sonreír por la reacción de la chica, aunque se comenzaba a preocupar por lo alterada que estaba.
-¿Estás bien? -puso la mano sobre uno de sus hombros- creo que te has puesto pálida.
-¡Oh por dios! -miró la mano del rubio sin poder creer que la estuviera tocando- ¡No puedo creerlo!
Antes de poder decir algo, el sonido de alguna puerta lo distrajo haciendo que mirara al interior del departamento. Ella apareció por el pasillo notoriamente molesta.
-¡Te juro que si volviste a quemar la cocina, yo...-se detuvo al ver hacia la puerta-...ugh, eres tú.
-Hola, Ella -la saludo con un gesto de mano- ¿Crees que podemos hablar?