DAEMON
Sé que no debería haberme ido, que debería haberme quedado con ella, pero fue tan grande el impulso de ir junto al cadáver tendido que ni siquiera se me pasó por la cabeza que podía ser una trampa.
Y así fue, la mayor trampa en la que podía haber caído se nos presentó en las narices, solo que Bea no fue tan ingenua como yo, o simplemente alguien dejó que la única esperanza para la chica de cabello rojizo se distrajese con el cadáver tendido en el suelo que ya no se encuentra dónde estaba.
Miro a los lados con la alerta encendida en todo mi sistema, con las manos tensas por la rabia que siento al haberme dejado engañar por tan estúpida distracción. Perderé a la pelirroja, la matarán y Darío me matará a mí después.
Retrocedo mis pasos, justo llegando a tiempo para ver cómo una sucia gárgola amplía sus alas para intimidar a Bea. Ella no tarda en echar a correr, y aunque tengo la irritante necesidad continua de abrir mis alas y echar a volar en su dirección para alcanzarla más rápido, sé que no me conviene que sepa lo que soy.
Darío no me contó el por qué me mandó a vigilar a esta chica, ni siquiera sé por qué en tan poco tiempo, una mierda de tiempo en realidad, ha conseguido que le haya cogido un cierto interés que no me permite dejar pasar la escena por mucho que el perro del infierno se enfade.
Confío en Darío, sé que si me mandó hacerlo fue por algo, que fue porque es valiosa y le importa. Y lo que le importa a Darío Raeken me importa a mí.
Corro tras ellos cuando los pierdo de vista, y me fijo en que a pesar de que los andares del de alas grises son lentos, consigue alcanzar su ritmo y cogerla cuando se ve una presa fácil.
Noto sus venas negras inflamarse por la sed de sangre, y por la forma en que ambos se miran sé que se conocen, que aunque no sea una bonita amistad lo que tienen, no es la primera vez que se ven.
Su repugnante mano alcanza su cuello y hace que todo mi interior se ponga en alerta, que tenga las suficientes fuerzas como para acelerar mi paso e ir hasta allí lo más rápido que puedo antes de que algo malo le ocurra a la de pelo ondulado.
La sorpresa me invade cuando veo cómo el gárgola se retuerce sobre sí mismo...¿Agarrándose las partes con un profundo dolor?
''Buena esa, pelirroja''
Aprovecho la distracción para alcanzarlos y posicionarme justo detrás de la escena.
-¡Daemon vete!-Exclama ella con puro horror reflejado en sus palabras.
Si supiese que este asqueroso ser fugado del infierno no supone nada para mí, entonces tal vez no me miraría con la preocupación con la que lo hace ahora mismo. Tal vez no se prepararía para lo que creo que está a punto de hacer y que supone un peligro para los que estamos tan cerca.
No pasan ni dos segundos desde que se me pasó la cabeza y de pronto estalla su voz en todos los alrededores. Los árboles que nos envuelven se mueven en una sola dirección, justo en aquella en la que la de la chaqueta de cuero ha lanzado al de alas grises a toda velocidad con su voz.
Mis pies se clavan en el suelo cuando la potente ola de viento que su voz produce hace que me tambalee. Sin pensarlo dos veces me envuelvo entre el par de alas que salen de mi espalda, lo hago por miedo a que el poder de esta sorprendente chica pueda hacerme algo de lo que se arrepienta luego.
Ha perdido la consciencia, ha sido tan potente el grito que ella misma hizo, que ha retrocedido hacia atrás y se ha desmayado del esfuerzo.
-¿Pero qué...
La voz confundida de la gárgola llega a mis oídos con dificultad, justo cuando me deshago de las alas blancas que brotan de mi espalda de delante de la cara.
ESTÁS LEYENDO
HELLHOUND | Libro I ¡YA A LA VENTA! ©
RomanceLas puertas del infierno han sido abiertas. Todas las criaturas que han caído del cielo, y las que desde las más profundidades han regresado, tienen una sola misión. Pelo y ojos castaños, constitución aparentemente fuerte... ¿Por dentro? Está hecho...