CAPÍTULO 46

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Mis manos pasean nerviosas por la carta una vez más, dándole vueltas y vueltas al trozo de cartón plastificado.

Jason no ha dicho nada en todo este tiempo, pero dado que fui yo la que lo cité aquí para hablar creo que debería de ser yo la que diga algo primero.

—¿Y bien?—Pregunta con irritación.

Un suspiro abandona mis pulmones.

—No sé qué es lo que está pasando, Jason.—Comienzo.—Pero me gustaría saber qué fue lo que pasó entre mi mejor amigo y yo.

Mis palabras salen casi sin que pueda procesarlas, y cuando lo hago, cuando me doy cuenta de lo que he dicho, caigo en la cuenta de que he sido demasiado sincera.

—La vida, Malia.—Pronuncia.—Yo nunca quise esto.

Me enfada que diga eso.

—¿La vida?—Susurro con la sangre hirviendo en mis venas.—¿Quién demonios eres tú y qué has hecho con mi mejor amigo?

Su mandíbula se aprieta.

—Si me has llamado para pedirme ayuda, no puedo hacerlo.—Espeta con frialdad.—Ojalá pudiese, pero...

—¿Pero?

Sus ojos se fijan en un punto de la mesa.

—Pero mi alfa no me lo permite, Malia.—Confiesa.—Mi manada no me deja ayudaros.

Asiento con la mandíbula apretada y la garganta totalmente anudada.

—A mí no, pero a Amara sí ¿No?

Mis palabras son una sorpresa para él. Escuece, escuece mucho la forma en la que desvía la mirada afirmándolo.

—¿Sabes?—Comienzo.—Aquel día que te llamé. El día en el que tu amiguita casi mata a Bea...—Mis palabras hacen que alce la mirada de repente.—Ese día solo te llamé a ti, porque creía que eras...Bueno, creo que confiaba en ti.

Los músculos de su mandíbula se contraen con fuerza.

—Malia...

—No.—Exclamo.—No quiero que lo intentes arreglar.—Pronuncio con enfado.—No quiero que me digas un par de gilipolleces tiernas con las que crees que puedes mantenerme tranquila.—Mi pecho se encoge cuando hablo.—Quiero que me demuestres que sigues siendo aquel chico al que podía llamar en esas situaciones, aquel que recibió la paliza en el pub por defender a sus amigas.

Sus ojos y los míos se fusionan justo cuando una lágrima cae por mi mejilla.

—Ojalá, joder...Ojalá pudiese.

Se lleva las manos al pelo y suspira con profundidad.

—Solo hazlo, Jason.—Digo.—Solo déjalos atrás. Nosotros te ayudaremos...—Alcanzo una de sus manos.—Por favor, vuelve a ser mi mejor amigo...

Su ceño se frunce, y aunque un par de lágrimas parecen amenazar su mirada las reprime.

—Lo siento, Malia.—Dice con la voz quebradiza.—Pero ellos son los únicos que pueden ayudarme.

Mi mirada destrozada se despega de la suya, y cuando me echo hacia atrás en el asiento aparto mi mano con descaro.

—No puedo decirte los planes que tenemos, si es a lo que has venido.—Comienzo con la voz ronca.—Como puedes entender, ahora eres el enemigo.

Mis palabras parecen afectarle.

—Malia...

Intenta alcanzar mi mano, pero esta vez soy yo la que la aparta con brusquedad.

HELLHOUND | Libro I ¡YA A LA VENTA! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora