Nunca había estado castigada.
Se siente realmente extraño estar a estas horas en el instituto, compartiendo parte de mi tiempo libre con la gente indeseada del colegio.
—Tenéis que estar hasta las cinco y media.—Pronuncia el profesor.—Intentad hacer algo productivo.—Dice antes de salir del aula.
En cuanto desaparecen, todos a mi alrededor se mueven en masa. Unos estiran las piernas por encima de las mesas, otros giran las sillas para formar corrillos o simplemente cogen el teléfono móvil y se entretienen con publicaciones basura.
Aprovecho para hacer los deberes que tengo pendientes para intentar evadirme un poco de lo que pasó, y dejo que las risas y murmullos a mi espalda sean simplemente un ruido de fondo.
Me inclino para alcanzar los libros de mi mochila, y cuando la cremallera cede más de lo debido, uno a uno van cayendo sin que pueda evitarlo. Maldigo para mis adentros, y en cuanto me agacho para recogerlos ignorando las risas a mi espalda, unas grandes manos aparecen en mi campo de visión.
Sigo el recorrido con la mirada por sus brazos morenos y me detengo en sus ojos castaños.
''No puede ser''
—Tú...—Susurro en alto sin poder evitarlo. La confusión es evidente en su rostro al principio, pero luego una sonrisa arrogante de medio lado le invade por sorpresa.
—Yo...—Alza las cejas con gracia. Todos me están mirando de repente, asique me deshago de los libros que sujeto metiéndolos en la mochila lo más rápido que puedo y me quedo con el que el chico de cabello castaño me tiende con educación.
—Historia del cine.—Pronuncia en alto.—Interesante.
Sonrío por cortesía, pero mis manos comienzan a temblar sin que pueda evitarlo.
Me siento en mi sitio correspondiente con la intención de que él se siente en el suyo, pero en vez de eso, coge la silla de mi lado y se sienta sin siquiera mirarme.
Me hago a un lado sorprendida, pero sin dejarme demostrar lo nerviosa que de repente estoy.
''Por dios, Malia. Céntrate.''
No estoy segura de si lo que vi fue real, de si este chico era aquel que parecía inmutarse ante la bandada de cuervos de su alrededor, y es por ello que decido no alarmarme.
—Está bien tener interés por ciertas cosas, no te avergüences.
—En ningún momento me he avergonzado.—Pronuncio con un tono ligeramente elevado. Todas las miradas sobre nosotros, su sonrisa se ensancha al mismo tiempo que nos observan con más ímpetu.
—Wow. La de ojos azules tiene carácter.—Se acerca con ligereza.—Me gusta.
Le miro de reojo con el rubor sobre mis mejillas, incapaz de concentrarme de nuevo en lo que estoy haciendo. Huele extraordinariamente bien.
—¿Eres nuevo, cierto?
Mi interés parece sorprenderle de repente.
—Podría decirse así.
Mi ceño se frunce con confusión una vez más. Desde luego que es nuevo, llevo aquí desde que tengo memoria, estudiando en estas aulas desde que aprendía a andar casi y jamás le había visto. ¿Por qué esta actitud de misterio?
—¿Cómo te llamas?—Una ligera carcajada es su respuesta, y eso solo hace que mi enfado aumente aún más.
—Wow, preciosa.—Pronuncia.—Vas un poco rápido.
Es mi turno de reír.
—Disculpa si mi mínimo de educación te ha confundido, Míster tupé.
Abro las páginas del libro ante mis ojos y comienzo a leer sin comprender lo que intento memorizar.
—Respira con tranquilidad, Ojos bonitos—Enfatiza en lo último, creo que con la intención de molestarme. ¿Se ha dado cuenta de que es un halago?—Te voy a hacer una pregunta, y quiero que tu ropa interior siga igual que como estaba antes de que me acercase cuando me contestes.
Ante su impertinente comentario, rozando lo narcisista e irritantemente creído, abro ligeramente la boca para protestar, pero habla antes de que pueda hacerlo.
—¿Cómo es el tuyo?
La pregunta me pilla totalmente por sorpresa, incapaz de enlazar a qué se refiere, pregunto;—¿A qué te refieres?
Sus dientes salen a relucir una vez más de una manera arrogante.
—A tu nombre ¿A qué va a ser?
Giro el rostro como respuesta, esperando que pille de primeras que no pretendo darle mi nombre por muy guapo que sea después de actuar de esa forma.
—Comprendo.—Espeta. Se levanta con rapidez dando un ligero golpe a la mesa al hacerlo.—Nos vemos por ahí, entonces.
Se despide con un simple guiño de ojos, y aunque el profesor no ha vuelto para decirnos si ha pasado el tiempo o no, se marcha de la sala sin siquiera mirar atrás.
Ninguno de los compañeros parece percatarse de lo que acaba de ocurrir, y eso solo me hace extrañarme un poco más.
Juraría que aquello que vi el otro día fue real, y que en efecto el chico era él, pero ¿Qué le podía haber echado en cara?
Ni siquiera quiso decirme si era nuevo o no, cómo si no fuese evidente.
Algo no encaja en todo esto.

ESTÁS LEYENDO
HELLHOUND | Libro I ¡YA A LA VENTA! ©
RomanceLas puertas del infierno han sido abiertas. Todas las criaturas que han caído del cielo, y las que desde las más profundidades han regresado, tienen una sola misión. Pelo y ojos castaños, constitución aparentemente fuerte... ¿Por dentro? Está hecho...