MALIA
Sigo sin entender por qué demonios ha hecho esto. Por qué se ha subido al ring y se ha quitado la sudadera, dispuesto a pelear contra Amara.
¿Simple orgullo masculino? ¿Quiere impresionarme, tal vez?
"Ya te lo ha dicho, Malia. Te va a demostrar lo que haría por ti."
Pero no hace falta que lo haga. Simplemente con haberse subido ahí, con haberse arriesgado a estar frente a Amara indefenso, hubiese bastado. Bueno, indefenso...Darío Raeken nunca está indefenso.
Me quedo cruzada de brazos mientras la gente a mi alrededor grita eufórica, con sed de sangre. Pero para mi desgracia, con sed de la sangre de Darío. O bien por mi suerte, de la de Amara.
Dos mujeres en traje de baño aparecen por la espalda de Darío, y en cuestión de segundos le visten los guantes de color rojo necesarios para este tipo de combates.
A pesar de solo vestir un vaquero negro ajustado, Darío impone casi tanto como si estuviese completamente desnudo.
Cuando un par de campanadas suenan una vez más se llevan al contrincante enfadado que grita en dirección a Darío, obviamente no se esperaba eso.
No sé si quiero verlo. Aunque no me importaría ver a Amara perder, no sé si la que perderá será ella o el chico por el cual actualmente me hierve la sangre.
Cuando mis ojos se fijan en su silueta, me dedica un beso lanzado con dos dedos cruzados, y aunque no quería hacerlo, no puedo evitar sonreír en su dirección.
Cuando veo cómo el de pelo rizado habla con ellos mientras se fulminan con la mirada, tengo el impulso de gritar su nombre. Quiero que sepa que aunque me parece una locura, le apoyo. Quiero que gane porque no podría soportar que le hiciesen daño.
Otras campanadas suenan, pero esta vez son tres, y antes de que mire al ring, ya han empezado a pelear.
Amara es la primera en golpear, y aunque lo hace hacia el pecho de Darío, él casi ni se inmuta. La sonrisa de la gárgola se ensancha, a pesar de que Darío le ha golpeado en la mandíbula y la ha hecho retroceder de golpe.
Cuando es Darío el que retrocede, aprieto la tela de mi pantalón sin poder evitarlo.
Sé que no puede morir, en primer lugar porque como él dijo ya está muerto, pero no soporto verlo así.
Una oleada de golpes se dirigen a su cuello. Aparto la vista de inmediato, con un mal sabor de boca mirando por consecuencia el suelo sucio del recinto.
Todos animan a Amara bajo el seudónimo de "La reina R" Ni siquiera sé por qué se llama así, cuando su nombre solo lleva una R y es casi al final.
Cuando vuelvo a mirar veo a Darío en el suelo, tendido con los brazos a sus costados, y eso solo enorgullece a las masas. No puedo verlo así.
Giro el rostro, decidida a irme cuando su último recuerdo es su rostro lleno de sangre, tendido en el suelo con una sonrisa enfermiza.
Escucho los abucheos cuando supongo que se levanta, pero para cuando en una última mirada de reojo veo a Amara soportando el peso de Darío y sus duros golpes, ya me encuentro bajando las escaleras.
Bajo con el corazón palpitando en mi garganta, con las manos temblorosas y con la espalda sudorosa.
No quiero ver cómo puede que acabe esto, y aunque ver a Amara recibiendo los golpes de Darío fue placentero, no quiero ver si ella contraataca. Es un combate que no puede terminar porque ambos no pueden morir.
Cuando salgo por la puerta intento decidirme en si subirme o no al coche del Hellhound, pero realmente ahora mismo no tengo ganas de caer bajo sus encantos una vez más.
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HELLHOUND | Libro I ¡YA A LA VENTA! ©
RomanceLas puertas del infierno han sido abiertas. Todas las criaturas que han caído del cielo, y las que desde las más profundidades han regresado, tienen una sola misión. Pelo y ojos castaños, constitución aparentemente fuerte... ¿Por dentro? Está hecho...