Capitulo 11

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Era las ocho y media de la noche, Carina se encontraba nerviosa en su cocina intentando que todo quedase perfecto, nunca pensó que una cena la pondría en tal estado de nervios y de haberlo sabido estaba segura de que le habría propuesto quedar en otro sitio aunque luego la tuviese que haber convencido de subir a su casa.

Había decidido preparar su receta especial de pasta acompañada con uno de los mejores vinos que se había traído de la bodega de su familia en Italia, todo estaba preparado a falta de que llegase la rubia pero aun así Carina estuvo retocando la mesa para que todo estuviese perfecto, incluso había comprado un ramo de flores para ponerlo en el centro a modo de decoración, a pesar de que no tenía muy buena mano con las flores.

El timbre sonó y miró el reloj de la cocina, aun faltaban algunos minutos para la hora en punto pero le gustaba la puntualidad por lo que simplemente se quitó el delantal que se había puesto para no mancharse la ropa y se dirigió a la puerta. Antes de abrir se miró en el espejo que había en la entrada arreglándose el pelo y quitándose un poco de pintalabios que se había quedado en la comisura de su labio.

- Buenas noches.- Dijo Carina abriendo la puerta y quedándose con la boca abierta al ver a la rubia con unos pantalones negros muy ceñidos y una blusa blanca bastante escotada, no era la ropa normal con la que solía ver a Maya, pues a parte de con el uniforme de bombero sólo la había visto con algunos pantalones anchos que le permitiesen llevar la escayola de su pie por lo que fue sorprendente ver el cambio, además llevaba el pelo suelto y una muy ligera capa de maquillaje.

- Hola, traigo algo de postre.- Aseguró Maya mostrando una bandeja donde había varios pasteles, ella también se quedó mirando fijamente a la morena que había elegido para esa noche un traje de chaqueta color blanco.

- No hacía falta, pasa.- Carina cogió la bandeja y la invitó a pasar.- No es muy grande así que no creo que te pierdas.- Bromeó señalando el salón que se encontraba al lado de cocina de donde salía un olor embriagador.

- Tienes muy buen gusto...- Aseguró Maya que había echado una ojeada rápida a todo lo que tenía alrededor, le había encantando el toque que tenía la morena. Esa casa daba sensación de hogar y de calidez nada más entrar por la puerta, había una gran cantidad de fotografías por todos los estantes, los colores eran claros y daban una armonía nada más entrar.

- Gracias, puedes sentarte.- Carina entró en la cocina y puso a calentar un poco la cena para poder servirla.- Todo está listo así que mientras se caliente te sirvo una copa de vino si te apetece...

- Si claro.- Maya se sentó en un lado de la mesa que estaba perfectamente decorada y con todo listo.

- Un Sauvignon Blanc, es el que mejor va con el tipo de pasta que he hecho, espero no decepcionarte.- Carina comenzó jugando un poco, quería que la incomodidad inicial pasase así uso sus mejores armas.

- Creo que eso sería difícil.- Aseguró Maya que ahora que se encontraba más cómoda seguía su juego.

Carina se acercó a la mesa y sin sentarse sirvió las dos copas de vino, y tras dejar la botella sobre la mesa cogió su copa para alzarla e invitar a Maya a brindar, a lo que la rubia respondió levantándose también y alzando su copa que aun no había probado.

- Por una agradable cena.- Dijo Carina con esa sonrisa que sabía que era irresistible.

- Por una agradable cena.- Repitió Maya chocando suavemente ambas copas y probando al fin el vino que le había servido.- Delicioso.

- Me alegra que te guste, voy a por la cena y así no se enfría.

Carina caminó hacía la cocina y cogió los dos platos con una mano mientras que con la otra cogió una pequeña bandeja con algunos entrantes fríos que había preparado, sus años de trabajo cómo camarera le habían servido para ser muy ágil.

Sobreviviendo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora