Capítulo 41

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Maya salió del dormitorio y dejó a Carina que quería cambiarse de ropa. Ella quería salir y bajar a la playa pues era preciosa y estaba segura de que al día siguiente acabaría bañándose.

- ¡Maya!.- La llamó Isabella desde la cocina al verla bajar las escaleras.- ¿Hay alguna comida que no te guste?- Preguntó mirando a la joven que se acercaba donde ella estaba.

- No, no tengo ningún problema con eso.- Aseguró Maya que entró en la cocina percibiendo un apetecible olor.- ¿Necesita ayuda?- Pregunto mirando como había varios fuegos puesto y mucha cocida haciéndose.

- No, esta todo bien. Hace tiempo que no cocino para mucha gente.- Aseguró ella sonriendo.- La verdad es que creo que me he pasado cocinando.- Sonrió mirando a su alrededor.

- Eso no es un problema, podemos comer lo que sobre mañana porque todo tiene muy buena pinta.- Aseguró Maya que lejos de sentirse incómoda estaba bastante a gusto.

- Puedes ir a dar un paseo, todavía queda un rato para que esté listo.- Aseguró la mujer mayor.

- Puedo ayudarte...- Añadió entonces la rubia.

- No te preocupes, salid a dar una vuelta para reducir el jetlag.

Maya se despidió y entonces salió en dirección a la playa, Carina la saludó desde la ventana. La rubia aprovechó entonces para quitarse los zapatos, los dejó en un lado y comenzó a correr por la orilla de la playa.

Después de más de media hora corriendo de un lado a otro de la pequeña cala que había allí Maya vio a Carina acercarse sonriendo, ella se detuvo y tras limpiarse la cara de sudor con el agua fresca de la orilla se acercó a la doctora.

- Esto es espectacular.- Aseguró Maya cogiendo la mano de Carina y caminando con ella hacía la orilla para mojarse los pies.

- Lo sé, es lo que más hecho de menos, junto con mi abuela.- Dijo entonces ella abrazando a Maya por detrás dejando su cabeza descansar en el hombre de la rubia.- Aquí puedo respirar aire puro, fresco. Notas como el sonido del mar y los latidos de tu corazón se sincronizan...- Dijo al odio de la rubia que notaba la respiración en su oído y el agua acariciar sus pies.

- Eso es muy romántico.- Aseguró Maya girándose sobre los brazos de la otra mujer y besándola calmadamente. Las dos estaban completamente felices en ese momento, nada ni nadie podría bajarlas de esa burbuja de felicidad.- Ahora déjame que me duche porque estoy sudada y llena de arena...

- ¡Chicas!.- Gritó Andrea desde el porche de la casa.- La comida está casi lista.- Añadió mirando a las dos mujeres que se giraron y rieron.

Las dos entraron en la casa, Maya se fue a ducharse y a cambiarse de ropa mientras que Carina ayudaba a su abuela a poner la mesa. Andrea también estaba ayudando a colocarlo todo.

- Eres un aguafiestas...- Dijo Carina dándole un golpe en su brazo tras dejar los platos en la mesa.

- Oh, perdón. ¿Tú no eres una aguafiestas?- Preguntó él refiriéndose a lo que había sucedido en el avión tan solo unas horas antes.

- Claro... ahora comparamos un revolcón en un baño de un avión con lo que Maya y yo tenemos.- Contestó ella.

- ¿Qué tenéis?- Preguntó él para picarla un poco.

- Una relación.- Contestó entonces Carina.

- Una relación.- Dijo imitando la voz de su hermana.- Sois muy empalagosas...- Aseguró él saliendo del comedor rápidamente para que su hermana no le regañase. Él sabía perfectamente lo que ambas tenían, pero le gustaba meterse con su hermana y jugar con ella, era algo que echaba mucho de menos.

Sobreviviendo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora