Buena persona (Armin X Annie) (Aruannie)

Capítulo 18.

NARRADOR.

Desde el día en el que Annie aceptó el cambio de cuarto, la felicidad de ambos rubios aumentó sin límites. Durante tres semanas durmieron sin excepción alguna abrazados y sintiendo el latido del corazón del otro. Armin ganó la costumbre de dormir sobre el pecho de Annie mientras ella le acariciaba el pelo. Por otro lado, la chica disfrutaba únicamente con poder darle pequeñas caricias a la vez que lo veía dormirse encima suya.

También era verdad que Annie no dejaba que el pobre rubio se escapara ni una sola noche. No permitía que Armin se fuera a dormir sin satisfacerla. Para ser una chica tranquila y calmada, casi siempre en silencio; en privado se convertía en una mujer con un apetito voraz. Había veces en las que al chico Arlet le costaba darle todo lo que quería a su "chica" si podía llamarla cómo suya. ¿Pero acaso se quejaba Armin de poder disfrutar todas y cada una de las noches del cuerpo de la rubia?

Las únicas dos veces en que no pudieron dormir juntos fue durante dos revisiones de cuarto matutino en la que tanto Eren y Armin debían estar en sus respectivos cuartos, al igual que Mikasa y Annie, quienes maldecían a los oficiales por obligarlas a que se quedaran con sus compañeras de habitación en vez de con los chicos a los que querían. Tanto ellas cómo los chicos parecían tener una especie de síndrome de abstinencia por no poder estar con sus parejas.

Aunque al día siguiente la rubia y la morena tomaban a los jóvenes soldados para no soltarlos hasta quedar satisfechas por la necesidad acumulada. Eren cómo siempre se levantaba con deliciosas muestras de "afecto" por todo el cuello, mientras que Mikasa sonreía divertida al ver las marcas de pertenencia. Armin por su parte despertaba con arañazos y mordiscos, a la vez que él dejaba sutiles círculos morados en zonas poco visibles en el perfecto cuerpo de su preciosa rubia. En definitiva: cada día era perfecto.

El problema era que todo lo bueno siempre termina. Era el último día de los Cadetes en la Unidad de Instrucción 104º, al día siguiente tendrían una misión de mantenimiento en el Distrito Trost y después... Annie conseguiría irse a la Policía Militar si lograba entrar entre los diez mejores Cadetes, y Armin se iría indudablemente junto con sus dos mejores amigos a la Legión de Reconocimiento. Por más que supieran lo que se les venía encima, ninguno de los dos quería hablar del tema.

Annie no era una persona de despedidas y Armin, bueno, Armin únicamente no era capaz de decirle adiós a la persona que le hizo aprender lo que muy posiblemente era amor. Prefirieron disfrutar del poco tiempo que les quedaba juntos hasta que abandonaran el campamento.

Ese último día se levantaron como siempre: Armin durmiendo sobre el pecho de Annie, a la vez que ella estaba un poco más alta que él, con una mano en el cabello del chico y otra enlazando los dedos con Armin. Se levantaron algo más tarde de lo normal ya que era el último día y el Instructor Shadis decidió dárselo como día libre, a modo de recompensa por tres largos años de entrenamiento militar. Además, al día siguiente, toda la 104º tenía una misión de mantenimiento y supervisión en el Distrito Trost.

-Buenos días mi Capitana- Le susurró Armin de manera dulce mientras le daba su beso matutino obligatorio. Ese beso era el combustible que le proporcionaba a Annie la energía suficiente para seguir adelante durante todo el día. Ella le sonrió con felicidad y amor.

-Buenos días cielo.- Annie le adjudicó ese mote cariñoso desde el primer día que durmieron juntos. Y a los ojos de la chica, no había un mote más indicado para él, pues su inocencia y su buen corazón lo hacían un trocito de cielo. Armin se estiró somnoliento para luego darle un buen abrazo a la rubia, que dejó escapar una leve risita pues ya se estaba acostumbrando a esas muestras de cariño- ¿Qué te pasa que estás tan contento hoy?

-¿No puedo estar feliz por ver a la chica tan preciosa que quiero nada más levantarme?- Preguntó a modo de respuesta con una sonrisa de inocencia, inocencia que Annie sabía, que escondía una suspicaz picardía.