Capítulo 19.

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-¡Soy un soldado, juré dedicar mi corazón y mi alma a la restauración de la humanidad! ¡Si debo morir por ese objetivo, entonces moriré orgulloso! ¡Si combinamos las fuerzas que aún nos quedan con los poderes del Titán, es posible, que recuperemos la ciudad! ¡Así que, con mis últimos alientos, defenderé su valor estratégico!

El rugir de la voz rasgada del soldado Armin Arlet retumbó en la plaza en la que se encontraba, formando con un esplendido saludo militar, con el puño en el corazón y los latidos recorriendo todo su cuerpo debido a la adrenalina y el miedo que le generaban los cañones apuntando hacía él y a sus dos mejores amigos. Era su última oportunidad, la única esperanza de sobrevivir ante desesperación del Capitán de la Guarnición Estacionaria Kitz Weilman.

Todos los soldados que observaban atónitos como un cadete recién graduado se plantaba contra un Capitán veterano, intentando proteger a un chico castaño que delante de todo el mundo había detenido una bala de cañón mordiéndose la mano y haciendo emerger un esqueleto de Titan de unos ocho metros de altura. Entre ellos se encontraba una soldado rubia, que aunque mantenía su semblante neutral, sentía verdadero temor.

"Armin, por favor, ten cuidado" Era lo único que podía pensar con claridad. Y sí, tenía delante al portador de un Titán inteligente, que seguramente se escapara de la tierra natal de la joven de ojos azules. Pero lo que realmente le importaba a Annie Leonhart era la seguridad de su novio, del chico al que quería y protegería a costa de todo. "Si ese cabrón se atreve a hacerle daño a Armin, los mataré a todos" Pensó con un primer impulso emocional, para luego sentir la mirada de Reiner, cómo si su camarada guerrero supiera exactamente lo que tenía pensado y que la llamaba con la mirada a abogar con la lógica.

"Pero si ataco para defenderlo, con tantos soldados tendré que transformarme y pondré en peligro la misión" La pobre chica tenía que tomar una decisión terrible: continuar con la misión y por ende, tener la posibilidad de rencontrarse con su padre. O atacar a los cobardes asustados que iban a matar al chico que le había enseñado lo que significaba querer a alguien, aunque la segunda opción supondría echar a la basura el trabajo de cinco años de infiltración. Y muy seguramente, el propio Armin la vería con una mirada de puro terror y posible asco al ver al monstruo con quien había compartido cama.

El soldado con ojeras hundidas y semblante que reflejaba miedo absoluto comenzó a levantar el brazo para dar señal a los cañones y dar luz verde al fuego. Annie titubeó durante un segundo, pero pronto decidió que era más importante la vida de Armin que su propia misión. Ya había empezado a desenvainar una de las hojas que guardaba en las vainas del equipo de maniobras, pero justo cuando dio el primer paso con intenciones homicidas contra el hombre que atentaba contra la vida de su chico, alguien se interpuso en su tarea.

-Suficiente.- Una mano, que simbolizaba la supervivencia de los soldados Jaeger, Ackerman y Arlet, detuvo al Capitán atemorizado.- Tan grande y sigues siendo igual de frágil... ¿Es que acaso no has visto lo hermoso que ha sido su saludo?

-¡Comandante Pixis!

En efecto, el Comandante de las Tropas de Guarnición, Dot Pixis detuvo la ejecución al escuchar tal discurso proveniente del joven Arlet. Era cierto que no terminaba de creerse todo lo que estaba pasando; de repente aparece de nuevo el Titán Colosal, por lo que se estaba repitiendo la pesadilla de hacía cuatro años. Y para darle más emoción al asusto, ahora un crío de dieciséis años, que se suponía que estaba muerto, había vuelto del más allá, y parecía poder transformarse en un Titán de quince metros capaz de cargarse a veinte Titanes puros antes caer rendido por el esfuerzo.

Pero después de todo, no todos los días había algo tan emocionante como la posibilidad de sumar la primera victoria de la humanidad contra el yugo de los Titanes durante los últimos cien años. Resumiendo, hacer caso a un cadete recién salido de la Unidad de Instrucción y utilizar a otro para tapar el boquete que se había abierto en la Muralla Rose era una idea nefasta. Pero por suerte el Comandante Pixis era proclive a dejarse llevar por ideas que en principio no tienen un buen pronóstico con tal del bien común. "Ese chico rubio de ahí parece tener un gran potencial. Será interesante ver como evoluciona en una situación de posible muerte" Pensó el anciano veterano sonriendo antes de llevarse a los labios su inseparable petaca de whisky.

Buena persona (Armin X Annie) (Aruannie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora