Nine.🌹

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Abrazó las sábanas debajo de él, la calefacción calentando su cuerpo mientras desde su posición lo veía parado en el gran ventanal que componía la habitación principal, recostado de las barandas mientras miraba el horizonte. Y, le diría que cerrara la ventana por el frío que hacía, de no ser que se veía tan bien allí.

Su espalda sin ser cubierta por ninguna prenda, dándole a la vista sus anchos hombros blancos tanto como la leche y su cintura un poco más delgada que toda su espalda.

Suspiró, se veía tan varonil y le encantaba.

Había una estéreo ahí, así que se escuchaba algo de piano y lo que parecía ser música clásica, quizás su favorita, ya que siempre que terminaba se movía de su lugar y la volvía reproducir, dándole a la vista su torso marcado y fornido, aquel abdomen fuerte a simple vista y con un pequeño camino de vellos desde la mitad de su estomago hasta más debajo de su ombligo, dejando mucho a la imaginación.

Su cabello castaño estaba algo húmedo por la recién ducha que había tomado, los rizos reestableciéndose en su hermoso y suave cabello. Había quedado sin camisa cuando Félix se robó su gran suéter negro, o hoodie, sabía que ese era su favorito así que le hizo levemente enojar, causando risas en el más pequeño.

Aunque, también tenía su camisa de abajo que traía anteriormente, después que en un milisegundo la había buscado de su casa mientras Félix se duchaba, pero quizás no se la colocó porque también quería molestar al menor, que simplemente se sonrojaba cuando le atrapaba mirándolo de más. Sabía que era así y por eso no tenía camisa en esa noche tan fría.

Se acurrucó más entre aquel gigante abrigo, sintiéndose tan pequeño en él que le gustaba, porque podía captar claramente su aroma que tanto le gustaba, su fragancia varonil reinando en todas las partes de su cuerpo, y le encantaba.

Simplemente, se podía acostumbrar a aquello; la música clásica de fondo mientras le veía en aquella ventana, él desde la cama, acostado de medio lado admirando su belleza. Podía pasar horas así. Era increíble.

Aún seguía anonadado con las noticias de hoy, pero decidía tomarlas con calma, no abrumarse demasiado aunque la ocasión lo ameritaba. Después de todo, su vida había dado un giro extraordinario hace más de dos meses, casi tres, y quizás debería acostumbrarse a todo lo imprescindible que había en su nueva vida, como decidía llamarla.

Jake como Sunghoon eran licántropos, al igual que su hermana. Aún no descifraba cómo con su olfato podía reconocer a esos “alfas y omegas”, sólo sabía que su hermana era una alfa y posiblemente sus amigos también lo sean. En cambio, él, era un omega, aunque no le quedaba claro del todo que significaba eso o que condición tomaría él con ese tipo de raza. Era muy nuevo en el tema y ni siquiera quería preguntarle a su mamá, no quería escuchar su irritante voz, no hoy.

Entendía muchas cosas ahora, porque como licántropo tenía muchas habilidades que en su día a día desde muy joven se presentaron; como el sentir presencias aunque estén a un trecho muy largo de él, definir olores con facilidad y sentirlos a una gran distancia. Quizás, la buena visión también se amerite a eso, porque desde que tenía doce leía Wattpad hasta muy tarde en la noche, forzando su visión y aún no se quedaba ciego, era un logro.

Lo que no entendía, es que sí siendo licántropo nunca cambió a su forma lobuna como presentaba la página web que leyó o todo lo que había visto alguna vez en libros de ficción. O, por qué aún no venía su dichoso “celo” en busca de que alguien fecunde los ahora ovarios que tenía y esas cosas o, quizás, era todo falso, y los omegas hombres no conciben bebés.

Aunque, su madre siempre le decía que sí, desde que tiene memoria con aquellas historias que alguna vez llamó “fantasiosas” y “locas”.

O, simplemente aún no cumplía aquella edad que necesitaba para tener su primer “celo” y cambiar a su forma lobuna.

Take. Cһªⁿʟı×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora