Two🥀.

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Roslyn–Bon Iver & St. Vincent.
(Quitarla cuando el icono “🥀” aparezca)

La depresión le estaba consumiendo.

Le estaba comiendo internamente a niveles inimaginables.

—¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡Christopher!! —Gritó con dolor abrazándose a sí mismo en aquella fría cama.

La puerta de su habitación se abrió rápidamente y dando la vista de su padre, que se lanzaba a sus brazos descalzo y con su rostro hinchado del sueño, además de la preocupación que le pintaba.

Le abrazó con fuerza, acariciando su cabello con una mano. Siseando para que se quedara nuevamente dormido.

—Tranquilo, Lixxie. Es solamente una pesadilla, vuelve a dormir. —le consoló su padre.

Félix lloró y se abrazó a su cuerpo, volviendo a quedarse dormido entre sus brazos y el calor que emanaba. No dejando de sollozar ni en sueños.

Las últimas tres semanas se la había pasado así. Aquellas horribles pesadillas recurrían a él donde siempre mataban a Christopher o le hacían algo terrible, que le hacía gritar aún en su inconsciencia. La falta del ajeno en su cama le hacía hundirse más en aquella desesperación que conllevaba el vivir un amor que era tan fuerte y dolía como los mil infiernos.

La ansiedad era cada vez peor, sus manos temblaban siempre, todo de él temblaba, se quedaba sin respiración cada vez que lloraba o cuando simplemente se ponía a pensar en él.

Tenía diferentes cuadros de ansiedad; a veces la inconfundible piquiña en sus brazos que le hacía abrirse terribles heridas con sus uñas. Otras, las ganas de golpearse y hacerse daño a sí mismo. Lluego, el llanto desesperante y los gritos. Después, la peor de todas, la cual se quedaba sin respiración e intentaba gritar por ayuda pero su voz ni siquiera salía, envolviéndolo en más desesperación que le hacía aumentar sus niveles de ansiedad. Y todo era un bucle, totalmente repetitivo.

Había decido desde hace algunas semanas ver clases en línea, ya que ir a la universidad implicaba ver a mucha gente y eso le ocasionaba vértigo, ya que tantas personas en un solo lugar le hacían tener más ansiedad. Y ya había vivido un cuadro de estos cuando intentó hacer una exposición de una materia pendiente que tenía, no logrando más que un horrible ataque en medio de la clase que tuvieron que sacarlo a urgencias por haberse desmayado de la falta de aire.

Las pesadillas eran constantes, se estaba hundiendo en su propia miseria y dolor. Su padre era partícipe de todo aquello desde una distancia, al igual que Olivia, ambos aparecían cuando Félix tenía un ataque de ansiedad y necesitaba de su ayuda.

Era horrible, verlo destruirse cada día más, verlo apagado, solitario, divagando en su propia habitación viviendo de recuerdos que quizás lo estaban volviendo loco.

Nadie le entendería, nadie lo haría. Su padre no decía nada, solamente que tenía que superarlo, que sí había sobrevivido ya diecinueve años sin él, qué sería otro poco más. Pero nadie entendía, nadie entendía lo que era estar atado a una persona que solamente se esfumó en el aire. No dejando ninguna pista, rompiéndolo en millones de pedazos que quizás sean irreparables.

Era un dolor inexpresable, demasiado agónico que simplemente le recordaba su miseria. Su pecho dolía, sus ojos hinchados de tanto llorar, su estómago ardiendo cada vez que terminaba su ataque de ansiedad. Era un dolor inenarrable cuya expresión en cualquier medio no daría a entender lo mucho que le dolía, ni siquiera podía expresar lo que sentía sin derrumbarse y que la ansiedad la carcomiera.

Take. Cһªⁿʟı×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora