Six🥀.

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"Pillows", eaJ x Keshi.
(Cuando yo la mencione en el capítulo)

—Hoy te envío estas flores que mi mano acabó de cortar recién abiertas, que de no recogerlas hoy temprano las habría encontrado el alba yertas. Ellas recuerdan el destino humano, porque tus gracias y bellezas ciertas se agotarán un día no lejano y estarán, pronto, como flores, muertas —recitó las palabras que habían grabadas en el libro, tomando con delicadeza las páginas levemente manchadas con tinta negra—. Se va el tiempo, mi amiga... más no es cierto: somos nosotros, los que nos vamos. Ni de tí ni de mí quedará huella. Y cuando tú estés muerta y yo esté muerto, nada habrá de este amor de que hoy hablo. Ámame, entonces, mientras eres bella.

La hermosa caligrafía enmarcada en las páginas delgadas, contando historias y vivencias, mientras que la brisa de la tarde las movía ligeramente. El ocaso siendo testigo de aquellos dos hombres en el aquel campo, leyendo poesías, compartiendo besos y caricias a escondidas, en el lugar muy, pero demasiado lejano, donde ambos no serían juzgados puesto jamás serían encontrados allí. Tan lejanos y tranquilos, siendo un momento de libertad... Por lo menos un corto momento.

—Ah, William Shakespeare siempre escribió cosas hermosas —suspiró el rubio, teniendo su cabeza apoyada de los muslos del mayor—. ¿No lo cree, príncipe? —cuestionó, alzando la mirada y encontrándose con los azules como el cielo del otro.

El príncipe tenía el libro entre sus dedos, releyendo aquellos poemas que siempre sus tutores le han obligado aprenderse y en su soledad meditarlos, hasta que llegó un punto donde aprendió a amarlos.

—Concuerdo con vos —respondió el príncipe, acariciando su cabello rubio esponjoso—. Y es gracioso sí lo pensáis, cariño mío, porque anteriormente solía odiar este tipo de lectura. Mis tutores siempre me obligaban a leerlas y las odiaba, me parecían tan cursis que las repugnaba. Hasta que experimenté el amor, y entendí a fondo el punto de Shakespeare.

El rubio sonrió y se levantó de su lugar, sentándose a un lado del castaño y tomando sus mejillas con sus pequeñas manos, besando repetidas veces sus esponjosos labios.

—Príncipe, no creéis la cantidad de amor que en mí hay. Os pensáis..., capaz, que sois un simple capricho de un joven inmaduro, pero no. Este amor, no me cabe en el pecho, príncipe. Lo amo tanto. —dijo.

El príncipe se sonrojó levemente y tomó la pequeña cintura del rubio, pegándolo a su cuerpo para empezar un beso más pasional, sus labios danzando entre sí mientras sus respiraciones se entremezclaban con parsimonia, una imagen tan etérea de ambos jóvenes amándose en un campo a solas, aunque nadie supiera valorar el verdadero arte. Un arte lleno de un amor prohibido.

—Jamás pensaría que os soy un juego para vos. Sé que para ti soy todo, como para mí sois todo también. Sois mi luna, y mi sol, me guiáis en la oscuridad... Mi pequeño eclipse —comentó el príncipe, acariciando la mejilla pecosa del rubio—. Decidme sí para vos soy también importante tanto como para mí lo eres, mi pequeña estrella.

El pecoso rió sonrojándose y dio un leve golpe juguetón al contrario en el pecho.

—Príncipe, sabéis bien que sois todo para mí. ¿Cómo más queréis que te lo demuestre? Te he dado todas las pruebas de amor necesarias.

El rubio se acurrucó en el fornido pecho del inmortal, suspirando levemente al sentir su común frío en todo su cuerpo, pero a la vez sintiéndose tan acogido en sus fuertes brazos que siempre le protegían de todo y de todos. Su queridísimo príncipe.

Take. Cһªⁿʟı×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora