Twenty Two🥀.

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"Supermassive Black Hole", MUSE.
(🥀)

Alineó la madera que componía su flecha a su arco, jalando levemente del nailon de este, para poder colocar con precisión su flecha de madera al arco.

Suspiró, mirando su blanco improvisado, algo gastado, en la madera de un árbol. Sus habilidades como dibujante siendo patéticas para visualizar la sonrisa del príncipe en aquella madera.

Le hubiera gustado recibir una buena educación como la que les dan a los nobles, así dibujaría igual de bien como el odioso príncipe y los reyes.

Pero como la monarquía era tan notoria, su educación había sido patética. Agradecía ser hombre, o de lo contrario, no le hubieran dado educación, ya que las niñas "solo sirven para cocinar y atender a sus maridos".

Patético, su mejor amiga era muchísimo más inteligente que él, sin siquiera haber recibido mínima educación.

Se preparó para lanzar su flecha, inhalando pesadamente para concentrarse. Se le daba divinamente el arco y la flecha, así que su punto ahora sería la sonrisa algo macabra de su príncipe deforme en la madera de aquel árbol.

-Parece que aquí te escondéis para no hacer tus labores.

Soltó un grito, totalmente asustado, y para nada masculino, si lo escuchaba su madre. Llevando una mano a su pecho, totalmente muerto del miedo.

-¡Príncipe! -exclamó torpemente, agachando la cabeza con respeto-, no sabía que estaba aquí, mis más sinceras disculpas.

-Sois bueno con el arco y la flecha, he de reconocer -habló el hombre pelinegro, mirando con sus fríos ojos azules su blanco algo desgastado-, pero en las artes no tanto. -se burló, observando el pequeño dibujo con papel colgando del blanco.

El pecoso se sonrojó, apretando su arco con sus delgadas manos, totalmente apenado y algo irritado. Todo del príncipe le irritaba.

-¿Necesita algo? -preguntó cortésmente, con voz baja, intentando controlar su ira de haber sido interrumpido en su simple escapada.

-Si, que volváis a trabajar, ¿es mucho pedir? -respondió el príncipe, mirando desde su gran altura al pequeño joven de dieciséis años, recién cumplidos.

El pecoso abrió su pequeña boca levemente, algo sorprendido por la petición del irritante príncipe. Aunque, lo conocía tanto, que era obvio que diría eso. Sus dos meses en aquel castillo le habían enseñado mucho de aquel irritante hombre.

-Pero, mi príncipe, he hecho todos mis deberes, es mi descanso. -alegó, indignado.

-Eso no dicen los platos que rompiste jugando con el gato de mi madre. -desafió, su mirada afiliada y cortante.

Take. Cһªⁿʟı×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora