Eighteen🥀.

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"Boca", Dreamcatcher.
(Ya)

No sabía cuántas horas había dormido, solamente sabían que por fin estaban bajando del avión, yendo en auto hasta la casa donde su madre se había instalado con su esposo, permanentemente.

Había marcado a su madre incontables veces, pero el celular salía apagado, y lo hacía sentirse meramente asustado. ¿Por qué su madre tendría su celular apagado, o en todo caso descargado, por tanto tiempo? No tenía sentido, su madre siempre mantenía el celular encendido y con pila, sea la hora que sea.

No podía negar el revoltijo de sensaciones que tenía, mirando la ventana y el cielo brevemente, observando las estrellas en todo el firmamento. Habían llegado apenas hace tres horas, donde perdieron el tiempo comiendo algo y dándose una ducha todos en un motel cercano al aeropuerto donde aterrizaron, y eran las cinco y media de la mañana, casi seis.

No tenía ganas de dormir, había dormido demasiado en el trayecto, y aunque Lea le haya dicho que mejor sería descansar antes de ir a casa de su madre, se negó e insistió en ir cuánto antes.

Iba en el asiento de copiloto, recostado a la puerta mientras veía las estrellas, intentando hacer de cuenta que su mamá está bien, que pronto la vería y sería igual de irritante que antes. Pero, algo, le decía que no era así.

Se sentía ansioso, mordiendo un caramelo en su boca para intentar apaciguar sus nervios, se concentraba en su respiración, para no perder la cordura. Y, tampoco quería hacerlo enfrente de Lea, Olivia y Jeongin, que dormían en los asientos traseros de la camioneta.

Chris iba de conductor, y notaba brevemente su nerviosismo por su aroma, así que, cada tanto le dedicaba una sonrisa y acariciaba su muslo, intentando hacerlo sentir mejor.

Llegar a la casa de su madre en California sería por lo menos una hora en trayectoria en auto, por lo cual, era una hora martillándose la cabeza con sus dudas, o cuestionamientos, que, quizás, no eran sanos, pero su mente estaba inundada de ellos.

Destapó otro caramelo de limón y se lo comió, empezando a lamerlo en su boca para derretirlo y soltar su sabor. Tan tranquilizador.

Tenía cierta adicción por los caramelos cítricos, calmaban sus nervios y la ansiedad que siempre le carcomía en momentos así. Pero de igual forma, seguía sintiéndose preocupado.

¿Qué pasará con su madre? ¿Está molesta con él, acaso? ¿Era eso?

Se sentía tan abrumado.

—¿En qué piensas, Félix? —preguntó Chris, mirándolo de reojo—, te noto decaído. —comentó, pareciendo también preocupado.

Félix pasó sus manos por su rostro, exasperado.

—Lo que sea que tú estás pensando. —Digavó, mirando la ventana, esperando que el otro no pregunte más.

—Esa no es una respuesta —respondió, con los labios apretados—, porque no sabes lo que estoy pensando. Podré estar pensando en la perrita que tuve cuando tenía siete años, en este momento, y tú no lo sabrías.

—Bien, no lo sé. —aceptó, no dialogando tanto. Siendo algo extraño porque de por sí, Félix solía hablar hasta por los codos.

Eso desconcertó a Christopher, quien empezó a preocuparse de verdad, a ese punto.

—¿Piensas en tu madre, cierto? —adivinó, tomando la autopista que los llevaría hacia los suburbios, lejos de lo que sería el centro de California y las playas.

Take. Cһªⁿʟı×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora