Ten.🌹

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—Jake me habló. —alegó el pecoso, suspirando mientras miraba el cielo algo nublado arriba de ellos, el mar ir y venir en olas salvajes alertando una tormenta.

Daegu era conocido por casi nunca tener días soleados y, esa tarde, no era la excepción tampoco. El sol no había salido y hacía más frío de lo normal, por lo cual hoy llevaba un gran abrigo largo y grueso, no era suyo, más lo estaba utilizando como refugio gracias a que el ajeno se lo había dado.

—¿Ah, sí? ¿Y qué te dijo? —preguntó el ojiazul, mirando fijamente el perfil de Félix.

El omega soltó un suspiro al aire y siguió mirando aquellas olas fuertes, el mar casi tocando sus botas y alejándose para no mojarlas, tampoco quería quitarse los zapatos porque hacía mucho frío, así que, simplemente abrazó sus rodillas, pegándolas contra su pecho.

—Me pidió disculpas por haberme tratado mal estos últimos días y simplemente se sentó conmigo como siempre, empezamos a hablar y me compró un pastel de la cafetería. —respondió, su tono de voz tranquilo e indiferente, haciéndole saber a Chris que no le importaba del todo.

Sonrió de medio lado y acarició el muslo ajeno, mirando fijamente hacia el mar también.

Después de clases, habían venido un rato a la playa, Félix protestando que hacía demasiado frío como para ir, y el mayor llevándole la contraria hasta convencerlo, poniéndole su suéter negro y yendo en su auto hasta el lugar.

Habían estado allí mirando el horizonte un rato, Félix tomando más de diez fotos con su celular al mar y luego al perfil del castaño, pidiéndole que pose por todos lados para tomarle fotos.

Félix, por un rato, se convirtió en un fotógrafo, y grabó para siempre aquel rostro demasiado hermoso del ajeno, haciéndolo posar de mil un formas, quitándole los zapatos para que se parará en medio de las olas, a veces desabotonándole algunos botones de su camisa gris para capturar mejor su belleza. Christopher teniendo que aguantarse aquel niño emocionado y chillando por lo bien que se veía por más de una hora.

Ahora, que había terminado de tomar todas las fotos que quería, se habían sentado en la arena para hablar, mirando el hermoso paisaje un tanto triste por sus opacos colores por algunos minutos.

El olor a la sal marina entró en sus fosas nasales a través de la fresca brisa, respirando un aire fresco y puro.

—Se siente raro, ¿sabes? —dijo el rubio, después de unos segundos de silencio.

El sonido del rompimiento de las olas contra las piedras de la bahía llenó el lugar, siendo lo único que se escuchaba en aquel sitio, donde sólo estaban los dos allí.

—¿Qué se siente raro, Félix? —preguntó Chris.

Ambos compartieron miradas, sintiendo sus pechos calentarse al verse fijamente. Sus ojos reflejando lo que la boca no podía soltar y, quizás, Chris sea algo reservado y seco en cuánto a sentimientos, pero Félix sabía que sus miradas, tan dulces, explicaban más de mil palabras.

Suspiró y se acercó al cuerpo ajeno, dejando caer su cabeza en su ancho hombro derecho, tomando su mano para entrelazar ambos dedos, buscando de su contacto que tanto amaba.

Sonrió al ver sus grandes pies descubiertos en la arena, estos llenos de la misma y teniendo muchas venas azules marcadas, su jean negro algo manchado con la arena grisácea.

Take. Cһªⁿʟı×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora