Eight.🌹

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¿Hwang Hyunjin? —preguntó el pecoso, hacia su padre.

El hombre escribía algo que parecía ser muy importante en su libreta, donde mayormente anotaba las evidencias, confesiones de testigos y cosas así de los acontecimientos de sus casos y, ahora, mientras Yongbok terminaba de lavar los platos, un afiche llamó en sobremanera su atención.

Su padre suspiró y también tomó el afiche, pasándose una mano por el rostro aparentemente exhausto y de algún modo exasperado por todo lo que sucedía a su alrededor.

Leyó el remitente y miró brevemente a su hijo, volviendo a lanzarlo en algún punto de la gran mesa que había en la cocina.

—Hwang Hyunjin —respondió, haciendo a Félix fruncir el ceño, por lo conocido que le sonaba ese nombre—; desapareció hace un año más o menos… Sus padres llenaron todo Daegu con estos afiches, con la esperanza de que algún día vuelva o alguien lo vea por ahí. Fue dado por muerto hace unos dos meses, aunque el caso sigue abierto porque su cuerpo no ha sido encontrado. En todo caso, pareciera que se hubiera esfumado sin dejar tan siquiera algún rastro. —alegó el pelinegro, bebiendo de su taza de café.

Era domingo por la tarde, y aunque a su padre no le tocara turno hoy, seguía investigando y trabajando, ya que al parecer aquel caso de las desapariciones y repentinas muertes de aquel “cártel de mafiosos”, no lo deja dormir por las noches.

—¿Crees que deberían rendirse? —preguntó el rubio, mirando brevemente los apuntes que tenía hecho su padre, observando su letra garabateada y prácticamente hecha en una mínima de segundo, por así decirlo.

—¿Quiénes? —preguntó Ethan, aún algo perdido sobre quienes estaba hablando su hijo, por estar sumido en su trabajo que empezaba a consumirlo muchísimo.

Félix suspiró y acarició los hombros de su padre, intentando aliviar le tensión que había en ellos por el estrés notorio que tenía.

—Los padres del chico —respondió, suspirando—; ¿crees que deberían rendirse? —repitió su pregunta.

Ethan chasqueó la lengua y dejó a un lado los apuntes y su bolígrafo, acariciando la mano de su hijo en su hombro derecho, perdiéndose en algún punto de sus notas aunque realmente no estuviera leyendo, sino meditando la situación.

—No... —agitó la cabeza—. Yo no lo haría sí fueran tú o Olivia. Buscaría en cada rincón del mundo sí es necesario, pero nunca iría a mi sueño profundo sin tenerlos a mi lado. —confesó Ethan.

Félix sonrió al dar con que su padre le quería muchísimo y le apreciaba tanto a él como a Olivia por igual, y dejó un beso en su coronilla, sintiéndose cariñoso con él, de algún modo, ya que ambos tenían suficiente confianza.

—Papá… —llamó Félix, yendo hacia el refrigerador y mordiendo un pedazo de pizza fría que había allí, y luego volviendo a ponerla en el plato porque quería que le echaran la culpa a Olivia, aunque ése día no haya estado en casa.

Sí, Félix era un gran hermano.

—¿Qué hiciste, Félix? —cuestionó Ethan, usando un tono regañadiente—, cuando tienes ese tono, o me vas a decir algo que quizás no me guste, o hiciste alguna estupidez. —dijo, en un tono cansado.

Félix rió y cerró la puerta del refrigerador, sentándose a un lado de su padre.

—Chris me invitó a su casa otra vez. Estaremos con sus padres y hermanos un rato. —alegó Félix, como siempre diciéndole a último momento a su padre qué haría hoy.

Es decir, siempre se lo decía tres minutos antes de que el auto de Chris estuviera aparcado enfrente de su casa o que ya estuviera aparcado frente de su casa.

Take. Cһªⁿʟı×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora